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Sobre la Iglesia de San Francisco de la Montaña
comunidades [ Regional ]

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por [Songo ]

2013-05-13  |     | 



La iglesia del pueblo es nuestro castillo. // L'église du village est notre château.
-Louise Warren


Lugar, imagen y símbolo no son sinónimos, pero a veces se confunden en el imaginario colectivo.

Cuando una imagen se vuelve la imagen de un lugar, llámese comunidad, región, país, tenemos un referente que nos transporta a aquellos lugares referenciados, a la vez que nos trae un cúmulo de memorias, decodificadas en aromas, sonidos, la vivencia.

La Iglesia de San Francisco de la Montaña en la provincia de Veraguas es imagen y a la vez símbolo del lugar donde se encuentra.

La historia de la Iglesia de San Francisco de la Montaña se remonta a los tiempos de la explotación minera en el norte de Veraguas en la segunda mitad del Siglo XVI. Los españoles se habían establecido en Natá de los Caballeros desde donde impulsaban la conquista y posterior colonización de la Veragua de aquel entonces. Al explotar las riquezas mineras de la región que hoy conocemos como el norte de la provincia de Veraguas, fundan la comunidad de Santa Fe.

La distancia, las condiciones inhóspitas y la agresividad de los aborígenes hicieron que los españoles consideraran otro establecimiento para reforzarse en la ruta que llevaba las riquezas mineras hasta Natá de los Caballeros y así, se establecen en el sitio que hoy conocemos como San Francisco de la Montaña. Esto pudo haber ocurrido en las postrimerías del Siglo XVI.

El primer reporte que tenemos sobre la existencia de San Francisco de la Montaña lo hace Fray Pedro Gaspar Rodríguez y Valderas en 1621, donde informa a la Corona Española que ha construido un templo con la ayuda de los aborígenes de la región, que vivían en su mayoría en pequeñas chozas de paja, alrededor del templo.

Los lugareños se han acostumbrado a ver su templo como algo de lo más normal y corriente. No obstante, ningún visitante deja de mostrar su asombro por las características de la Iglesia de San Francisco de la Montaña.

Se trata de un arte barroco muy depurado y complejo, fino y estilizado, que puede diferenciarse de aquel mexicano o peruano. En los altares existe mucha simbología, lo que no descarta que haya habido presencia masónica entre los maestros.

Se sabe que los trabajadores eran aborígenes, quienes plasmaron en las cariátides sus rostros, de tal suerte que se les conoce a estos rostros angélicos con el mote de “indiátides”.

El pueblo vivió épocas de bonanza y otras de pobreza. Tanto en una como en otra, cada Hacienda de la región estaba dedicada a uno de los altares del tempo y así, cada familia o núcleo terrateniente, debía mantener el altar al cual estaba dedicada.

Al día de hoy aun se mantienen algunos de los nombres de los altares en Haciendas Ganaderas del distrito de San Francisco en Veraguas.

San Francisco de la Montaña tiene una rica herencia cultural, olvidada en gran parte por las actuales generaciones pero que pervive en manifestaciones como la gastronomía, su tradición oral, la memoria de que esta población fue capital de Veragua, antes de que al establecerse Veraguas como provincia, separada de Chiriquí, se trasladara la misma a Santiago.

Sobre todo el signo más visible de esa herencia cultural, lo constituye su Iglesia Barroca, de la cual le sobrevive su interior, ya que el exterior fue reconstruido en la década de los ´30 en el Siglo, durante el Gobierno de Juan Demóstenes Arosemena, cuando fue declarada Monumento Nacional.

Hay fuerza en la belleza, tanto es así que la imagen de la Iglesia Barroca se mantiene como símbolo de San Francisco de la Montaña, más allá de sus bellezas naturales y su cambiante suerte, una historia de éxodos y memoria, en la que se mantiene las Indiátides como luciérnagas en la noche.

Edilberto González Trejos
27 de abril de 2013

Publicado originalmente en el Blog de Wiki Loves Monuments

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