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La edad de la sinrazón
ensayo [ ]

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por [Richard John Benet ]

2005-08-07  |     | 



Recuerdo vividamente estar en una sala penumbrosa, con el ruido del proyector justo sobre mi cabeza. En la pantalla de plata, unos homínidos disputaban por unos trozos de carne. Las imágenes eran de un color azulado violáceo, y recuerdo que un titular había anunciado "La alborada del hombre". La película era "Space Odyssey" (2.001, Odisea del espacio) de Stanley Kubrick, un humanista volcado a director cinematográfico. Ya los primigenios habitantes habían descubierto un extraño monolito, y disputado por una aguada. Pero nada resultó más impactante en mi mente juvenil, que ese sujeto, el más apto, el superior; que descubría el uso más racional para un hueso abandonado. Lo transformaba en un arma. Imponía su superioridad con el uso de la violencia. Llegué a esta conclusión, analizando en retrospectiva dicho suceso, ya más maduro. Y para ello, también seguí de cerca la filmografía de Kubrick y sus obsesiones.
En "La patrulla infernal", protagonizada por Kirk Douglas (habían ya colaborado en una épica llamada "Espartaco") Se desmenuza la locura del hombre luchando en la Primera Guerra Mundial, trinchera a trinchera, hombre a hombre. Alegato solo comparable a la obra cumbre de Erich María Remarque: "Sin novedad en el frente". Después de "2.001, Odisea.", filmó una obra llamada "La naranja mecánica", sobre un libro de Anthony Burgess. En su momento volveremos sobre este filme, que como verán fue premonitorio, en más de un sentido.
Si pudiéramos abarcar un arco desde "Casta de malditos", su primer gran obra, un policial negrísimo hasta "Nacido para matar" (Full Metal Jacket), veríamos su preocupación para denunciar la sinrazón de la violencia del hombre. En esta última película en especial, se observa el minucioso y sádico entrenamiento de los soldados, antes de arrojarlos en un pantano infecto, sin saber muy bien que hacían allí, y viéndose la inutilidad de todo lo aprendido en combate, cuándo se debe enfrentar a la muerte y al miedo.
¿Qué era lo que me había impactado más que los efectos especiales, las naves y la música clásica que acompañaba las escenas? El hecho de que el ser superior, la quinta esencia de la adaptación al medio, solo había encontrado un uso posible a aquel objeto. Un instrumento de muerte y dominación. Ahora que, después de todo, tenían sus motivaciones. La defensa territorial y su sustento. Y si hacemos un breve racconto por las películas, todos de una u otra manera tenían motivos para matar. "Espartaco", por la libertad del esclavo. "Casta de malditos", por el botín de un robo. Simple codicia. "La patrulla infernal", por la bandera, por la patria (cualquiera fuera su significado) y en "Nacido para matar", por pura supervivencia, por salir de ese infierno pegajoso y ardiente. Pero queda pendiente algo. "La naranja mecánica". Ya la novela de Burgess era lo suficientemente cruda y amarga. El film, ubicado en esa época (los setenta) era estremecedor. ¿Porqué? Por la sinrazón.
La muerte llega sin ningún justificativo. Las violaciones son porque si. Los desmanes, no tienen ningún objetivo. Tal vez fuera por aburrimiento, o por que ese día el pordiosero se había levantado con mala suerte. Encontrarse con Alex y su pandilla con ganas de quemar vivo a un tipo. Bueno. les digo algo... ¡Bienvenidos! ¡El futuro ya llegó! Miles de Alex aparecen a diario en los periódicos. Claro que esto era más o menos predecible de solo ver ciertas conductas. ¿Humanas?
Por un instante olvidemos el cine... el arte... la literatura... y examinemos al ser humano en contraposición del reino animal. La primer gran diferencia a favor del hombre, es su posibilidad de abstracción, de usar la razón, analizar, pensar. La otra... es que es el único animal de la Creación que mata por placer. Y algunas veces en forma premeditada, con alevosía y ensañamientos tales como no se ha visto jamás entre los animales.
Los animales tienen la natural inclinación a la procreación, protección de la cría, procurar el sustento y defensa territorial. Los hombres no difieren demasiado de esto. Solo que es capaz de llegar a ciertos extremos muy particulares para saciar sus necesidades. Y lo peor, inventa justificativos religiosos, políticos, filosóficos y de cualquier índole; para lograr sus objetivos.
Un sucinto, y por cierto incompleto, repaso nos lleva ha: ejércitos bendecidos antes de entrar en combate, mujeres violadas como trofeo de guerra o para infundir miedo y vergüenza a los adversarios. Niños muertos o mutilados con señuelos explosivos con forma de juguetes. Poblaciones civiles arrasadas o reubicadas por "limpieza étnica". Sin regodearme en todas las miserias humanas, que también hay actos sublimes, un filósofo se preguntaba: "¿Estaba Dios en Auswicht?". Y otro llegó a otra conclusión aún más devastadora, si se puede: "¿Estaba el hombre en Auswicht?". Cabría preguntarse si estaban ambos en Nagasaki e Hiroshima. O en Sabra y Chatilla. O en Armenia.
Es tal la creatividad del hombre para justificar el uso de la fuerza, que inventa enemigos cuándo no los tiene. ¿Recuerdan "El fin de las ideologías"? Pues bien ahora tenemos otros muchos slogans, pero hay uno particularmente cínico y perverso: "La guerra preventiva".
Vendría a ser algo así como: "Yo te ataco por las dudas que tú lo hagas" Pero no porque me interese tu petróleo, ni tus minerales, tú agua ni tus alimentos. ¡No! Por lo general la causa es noble, como restituir la paz y la libertad. Pero tirando bombas. ¡No como el blando de Ghandi y su resistencia pacífica! El asunto es lucrar con los armamentos también. Y con el mercado negro de medicamentos. Las emergencias sanitarias y las ayudas extraordinarias.
Parece ser que las enseñanzas de los grandes religiosos, de Jesús a Mahoma, de Buda al Mahatma, que los ejemplos de grandes premios Nobel de la Paz, no alcanzan.
Alex y los suyos están entre nosotros. Atacan sin piedad. Sin causa aparente. Sin una razón determinada. Estamos entrando en la edad de la sinrazón.
Hace muy poco tiempo se estrenó otra película de Gus Van Sant llamada, nada casualmente, "Elefante" (Elephant). El tema de la misma había sido abordado por Michael Moore en otra película de tono documental: "Bowling for Columbine". Trataba sobre un grupo de chicos de universitaria, que se preparó concienzudamente durante meses para causar una masacre entre sus compañeros de colegio. Tal vez el tema, por ser en un país con gran tradición en violencia y con problemas un tanto ajenos al de los latinos, no parezca importante. Solo que el hecho escapó a los padres, a los docentes, a las autoridades y a sus propios compañeros. Era como si un elefante se hubiera sentado en el aula y nadie se diera cuenta.
En mi país, la República Argentina, latinoamericano, para alguno subdesarrollado, del tercer mundo, en vías de desarrollo o ese otro eufemismo: emergente. El asunto es: hace poco más de un año, hubo un caso idéntico al de Columbine. Un chico desató el infierno. Alex nos ha alcanzado. La sinrazón llegó a nosotros.
Como decía Bertold Brecht: "ahora vienen por mí..."




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