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La hermenéutica del lenguaje y los conflictos de interpretación
ensayo [ ]
Introducción a la interpretación

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
por [AndreaVictoria ]

2007-08-30  |     | 





Un profundo interés sobre la relación entre la filosofía y la teoría literaria ha llevado al catedrático de estudios iberoamericanos de la Universidad de Toronto, Canadá, Mario J. Valdez (1963), a estudiar a fondo las teorías hermenéuticas. De dichos estudios surgen, entre otras obras, La fenomenología hermenéutica, El estudio de la literatura y sus Indagaciones hermenéuticas, grupo de ensayos basados en la labor filosófica del representante fundamental del pensamiento francés contemporáneo, junto a Barthes, Foucault y Derrida: Paul Ricœur (1913-2005). Entre los ensayos de fenomenología hermenéutica de Ricœur destacan Historia y verdad (1955) y La metáfora viva (1975).

El presente ensayo aborda algunos orígenes de la hermenéutica a partir de su aplicación a textos literarios y, sin pretender escribir un “manual” aspiro no sucumbir en las profundidades del intento por demostrar su contemporaneidad democrática, respetando siempre las antiguas tendencias que dieron origen a los métodos de interpretaciones tradicionalista.



Los conflictos de interpretación

Cuando Lezama Lima, bajo el régimen totalitario cubano, comenzó a invadir el mundo con sus indescifrables metáforas, sólo los entendidos, mucho tiempo después, pudieron interpretar el verdadero significado simbolista de sus controversiales poemas; pero él no ha sido el único en la historia de la literatura a quien la opresión obligó a “disfrazar” por decirlo de alguna manera, la conflictividad de ideales que se anteponían al desarrollo literario de la época.

Para profundizar en estas interpretaciones y acercarse a la realidad que da vida a las metáforas en un texto, se crea un sistema de interpretación filosófico que más tarde sería definido como análisis hermenéutico.

El término hermenéutica procede del griego “hermenéuiein” que significa expresar o enunciar un pensamiento, descifrar e interpretar un mensaje o un texto.

Etimológicamente, el concepto de hermenéutica se remonta a la simbología que rodea a la figura del Dios griego Hermes, el hijo de Zeus y Maya, encargado de mediar entre los dioses o entre éstos y los hombres. Dios de la elocuencia, protector de los viajeros y del comercio, Hermes no sólo era el mensajero de Zeus. También se encargaba de transmitir a los hombres los mensajes y órdenes divinas para que éstas fueran tanto comprendidas, como acatadas convenientemente.

El hermeneuta es, por lo tanto, aquel que se dedica a interpretar y develar el sentido de los mensajes, haciendo que su comprensión sea posible y todo malentendido evitado, favoreciendo una adecuada función informativa y educativa.

Desde Aristóteles, quien versaba sobre “el análisis de los juicios”, la hermenéutica constituyó un arte de interpretación para el esclarecimiento de los textos sagrados en las épocas del renacimiento y la reforma protestante; luego se aplicó a la literatura clásica grecolatina y ya, en el romanticismo, pasó a ser una disciplina autónoma.

En la actualidad la hermenéutica se ha convertido en una corriente filosófica que, hundiendo sus raíces en la fenomenología de Husserl y en el vitalismo nietzscheano, resurge a mediados del siglo XX y tiene como máximos exponentes al alemán Hans Georg Gadamer (nacido en 1900), Martin Heidegger (1889-1976), los italianos Luigi Pareyson (1918-1991), Gianni Vattimo y la figura más representativa del pensamiento francés contemporáneo junto a Barthes, Foucault y Derrida, Paul Ricœur (1913-2005).

Independientemente, cada uno de estos pensadores adoptó una determinada posición hermenéutica en torno a la problemática de “la verdad”, definida como fruto de la interpretación del hermeneuta, y “del ser” (mundo-hombre-autor), quien representa una gran obra textual inconclusa que se comporta de manera semejante a como lo hace en el lenguaje escrito.

Basados en estos conceptos se puede asumir a la hermenéutica como la síntesis del análisis literal del texto y sus contenidos implícitos. Estas interpretaciones, por tanto, involucran al intérprete-hermeneuta quien se apropia del contenido, según expresa Ricœur:

“El texto comienza no por el autor sino con el lector del autor”.

Para ello se fracciona el texto y formulan ciertas preguntas básicas; las cuales guiarán el proceso de indagación hermenéutica y que resumo de la siguiente manera:

¿Quién habla?
¿Quién actúa?
¿Quién o qué es el sujeto u objeto moral de la interpretación?
Desde estas bases se pueden sustentar las otras interrogantes que surgirán en el desarrollo de la reflexión hermenéutica.

Sabemos que paralelo a la teoría, el estudio hermenéutico afronta una multitud de problemas en lo que al texto literario se refiere, al comentario a éste, a los modos de examinarlo. En el pasado la comprensión literaria estuvo subordina a un círculo cerrado, hermético a la interpretación. El arco hermenéutico de la figuración permite la apertura de este círculo y se enfrenta al texto literario, permite la reflexión sobre su lectura y la posterior reconfiguración del mismo.

En conclusión, el hermeneuta-lector lee para hacer del mundo del texto parte del propio en reclamo a “la verdad” de su propia conciencia y experiencia imaginativa. Para dar paso a la reflexión y luego a la refiguración (planteamiento propio del lector a partir de la lectura y que puede ser independiente a las motivaciones del autor del texto).



Las tres disciplinas de Ricœur

Trayendo a colación la aserción en que termina o concluye la primera parte de este trabajo: “El hermeneuta-lector lee para hacer del mundo del texto parte del propio en reclamo a ‘la verdad’ de su propia conciencia y experiencia imaginativa”, vienen a mi mente algunas aplicaciones que asignadas en los cronogramas de estudios secundarios o superiores de educación, sustituyen el razonamiento natural del alumno-lector y lo limitan en el acto intuitivo de interpretar (exponer libremente algún criterio literario opuesto le significa o significaba una inmensa “X” de reprobación). Un sistema hermenéutico de interpretación “sistematizado” e “iterativo” tiende a aceptar sólo los conceptos ya establecidos. Así lo deja ver la escritora, ensayista y docente argentina residente en el estado Aragua (Venezuela) Julia Elena Rial, quien afirmó recientemente en conversación sobre el tema: “La hermenéutica es un círculo cerrado que no permite ir más allá de su razonamiento”; ¿la razón? La habitualidad de un sistema en donde su hermenéutica se eleva a pretensiones totalizadoras, incluso totalitarias. “Repetir sólo y exclusivamente lo que la tradición hermenéutica ‘hermética’ nos señala”. Este tipo de procedimiento ya no se consideraría práctico ni evolutivo, en primer término: porque es imposible negar al objeto de la interpretación la innovación semántica y en segundo: porque hemos comenzado a “pensar más” y un mundo nuevo se descubre al entendimiento donde toda pretensión totalizadora se expone a sí misma a la crítica, esto ha sucedido a la hermenéutica de cuyo propio acondicionamiento sale airosa, reivindicada. Las antiguas metodologías tienden a desaparecer con Ricœur y sus intenciones hermenéuticas aplicadas a los textos literarios.

La experiencia ontológica de interpretación de Ricœur parece nacer de sus propias exigencias hermenéuticas, al desvelamiento del hombre y su discurso; cuando la “noción del ser” se convierte, para él, en “ser interpretado” y esto sólo se hace posible por la vía de la interpretación de los signos y símbolos para dar una razón del ser al discurso humano.

Por esta vía, Ricœur logra significativos avances de los cuales sintetiza Manuel Maceira los tres puntos básicos de la hermenéutica en su Ontología militante (M. Maceira, 1991:5-53), que precisa:

Reconstruir la simbología ontológica y sus manifestaciones sin separar los diferentes estilos de interpretación hermenéutica.
Cada uno de los aspectos reales del ser hermenéutico será parcial.
La función simbólica nos guiará a la posibilidad de un yo significativo con una subjetividad real.
Unificando estos criterios, concuerdo en que no existe una disciplina que sea capaz de totalizar el campo entero que cubre la retórica, la poética y la hermenéutica. De allí se cree conveniente señalar las intersecciones de las tres disciplinas y democratizarlas sin obviar que: cada una de ellas habla por y para sí misma, tal y como menciona Mario J. Valdés en su libro Indagaciones hermenéuticas (2000; 64-65).

Para expresar más claramente tal democratización, a continuación expondré algunos conceptos y análisis hermenéuticos tomados al azar en Internet y realizados por lectores-hermeneutas:



Primer texto escogido: “Talismán”.

Autor: Cuauhtémoc Molina Monrroy (1944). México.
Escritor y poeta. Egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Así mi talismán me habló de suyo,
enojado en fetiche:

Si bien algo me viste como cosa,
tal vez me agosta saberme en mi desgaste;
así cuando me tocas voy de lastre,
sin ver el beneficio que me asiste.

Quisiera ser ritual no sólo objeto,
y ser el sacerdote que te viste;
quizás sentirme siervo acompañante,
saber de tu experiencia en el ahora;
y no sentirme nada en las deshoras,
cuando tus dedos tallan mis esfinges.

Saqué del bolso objeto fastidioso,
...incómodo amuleto desgastado,
me harté de quejas y todo lo enunciado;
lo puse en cofre y todo lo olvidado,
y el ojo de venado me colgué.

Análisis

Lector-hermeneuta: Ana Céspedes, Analucía. México. Escritora, psicóloga y crítico literario.

La relación entre erotismo y poesía es tal, que puede decirse, sin afectación, que el primero de los versos es una poética corporal, y que el segundo es una erótica verbal.
La imagen poética es abrazo de realidades opuestas y la rima es cópula de sonidos.
El poema erotiza el lenguaje y al mundo porque el mismo, en su modo de operación, es ya erotismo. Y del mismo modo: el erotismo es una metáfora de la sexualidad animal.


Segundo texto escogido: “Lata de tomate, una rosa”.

Autor: Liliana Betancourt. Colombia.
Poeta y economista.

Ayer me corté con una lata de tomate.
Fue un corte ácido y de un escozor siniestro.
Metí el dedo bajo el chorro de agua fría,
sangraba profusamente y la hemorragia
teñía de rojo el lavamanos, demasiada sangre.

Me presioné con un algodón todo lo fuerte que
pude pero enseguida lo tuve que sustituir por otro
porque se empapaba de sangre,
luego me puse otro, luego otro, luego otro y no
paraba de sangrar.
Lo intenté con una curita pero ni siquiera pude
pegarla porque tenía el dedo bañado en sangre.

Cogí una toalla y me la enrollé como pude en el
dedo. De repente tuve un negrísimo presentimiento.
Corrí hacia la librería y busqué, ya medio mareada,
un libro de cuentos de García Márquez,
tenía la visión borrosa y me costó unos minutos
dar con él.
En ese intervalo, la toalla empezó a soltar
gruesas gotas de sangre sobre el parqué.
Por fin encontré el libro que buscaba,
abandoné la presión sobre mi dedo moribundo
y fui pasando las hojas con la desesperación
de un condenado.
Allí estaba el cuento, ese cuento triste y letal
en el que una novia que se pincha con la espina
de una rosa y acaba muriendo
desangrada por la picadura dejando un reguero
granate sobre un paisaje nevado.
No sé si llegué a terminar de leer el relato
porque sentí que me alejaba del libro,
de la habitación, de mi casa, de mi cuerpo...
Esta mañana he amanecido en la cama de un
hospital, he mirado mi dedo y sólo tenía una heridita
diminuta y superficial.

Me han dicho que me desmayé del susto nada más
por cortarme, que no he sangrado nada
y que me dieron un calmante
porque gritaba no se qué de una novia moribunda
con una rosa.
Me han recomendado ir a ver a un psiquiatra pero
yo sé que la lata de tomate
pudo matarme.
Yo lo sé y sé que
ustedes me creen, ¿o no?

Análisis

Lector-hermeneuta: Cuauhtémoc Molina Monrroy. México.

En la cadencia de la narrativa, el lector no se da cuenta de que es parte de una realidad distinta a otra realidad y de ahí a otra realidad.
El humor: resulta cuando el lector descubre que ha sido pillado en las cinco realidades del narrador; yo le llamo ir intercontextuando, momento a momento (ante el abrelatas; ante el ensueño; ante la novia de la obra de GM y en el hospital; y muy importante, la situación del narrador es toda una incógnita).
El efecto: la sorpresa del descubrimiento de quien se recrea en la obra tiene un efecto artístico insoslayable. Nadie podrá propiciar esos efectos, porque cada autor tiene su forma de sorprender a sus lectores (no siempre es a propósito). El acto creativo sucede cuando el autor cambia de dirección de pensamiento (DP), lo que va de una forma convencional a otra no convencional; lo más difícil en un escritor no es tanto el cambio del significado (metaforar), sino de los contextos; de esa forma se rompe la liga asociativa del pensamiento (el pensamiento habitual) y suceden las sorpresas.
El mensaje: todo mundo conoce el dicho “Ahogarse en un vaso de agua”: la desproporción. La respuesta desproporcionada ante situaciones que no lo ameritan; éste es producto de nuestra apercepción en relación con situaciones del entorno. Hay quien asevera que cuando las percepciones se toman como realidades, son reales las consecuencias de esa percepción. Por eso los estructuralistas como Schopenhauer, Wietgestein, E. Becker; dicen que el hombre es su lenguaje, porque no tiene otra manera de representar la realidad, que no sea bajo la condición de los propios significados que le dan a sus relaciones con su entorno (interno o externo).
Las consecuencias: la “confusión de realidades”, son estados de conciencia que pueden propiciar sufrimiento y confusiones en quienes no se dan cuenta que los sufren. La importancia de separar una realidad de otra es sumamente difícil. En otros momentos esas formas de conciencia llegan a ser útiles sobre todo en momentos de crisis y de alto riesgo, porque cuando uno está en riesgo de sobrevivencia como en el caso de Víctor Frankl (creador de la logoterapia), no hay como la mente para encontrar refugio; que no es el caso de nuestra abridora de latas.
Como se puede observar, dos estilos y tendencias diferentes de interpretar; pero que se revalidan desde la realidad ontológica del lector.

En definitiva la hermenéutica seguirá siendo, entre otras funciones, el arte de interpretar textos en un contexto diferente al del autor o de algún auditorio, bajo la perspectiva de argumentar, configurar, redescribir, con objetivos exclusivos entre ellas y están condenadas “irremediablemente” a complementarse, aun con sus limitaciones de origen.

Andrea Victoria Álvarez


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