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El autor y la crítica
ensayo [ ]

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por [Raya ]

2006-04-19  |     | 



En ocasión de revisar algún texto en talleres o en Internet, me ha tocado ver y presenciar que cuando el autor recibe una crítica que pudiéramos llamar “desfavorable” (esto es, que a su parecer no reconozcamos el evidente mérito literario de su obra), la reacción suele parecerse mucho a una disculpa apoyada en su poco conocimiento del tema literario, y su falta de pretensión desde el principio de hacer, lo que se llama, una gran obra. “Yo sólo quería expresar mi sentir sobre blablabla”, “…además soy autodidacta…”.
Si estamos presentando un texto al público, o una obra de teatro, plástica o musical, estamos privándonos del derecho exclusivo de su disfrute. Al mostrarla, asumimos que la obra, a nuestro parecer terminada o no, podría ser de interés general para una comunidad. Si no quisiéramos recibir críticas sobre nuestro trabajo, lo mejor sería ni siquiera sacarla del cajón de los poemas.
Mi experiencia en talleres literarios ha sido provechosa, pero también dolorosa. He recibido críticas negativas y burlas sobre mi trabajo, pero finalmente, he aprendido que debemos tomar en nuestro provecho, tanto que somos autores de nuestras obras, solamente la crítica que hable bien o mal de nuestro trabajo, y desechar la que nos ataque en lo personal. A fin de cuentas, si un libro nuestro estuviera siendo leído por una persona en el sureste asiático, tal vez nunca escuchemos sus burlas o sus elogios: la obra debe tener elementos suficientes para defenderse por sí misma.
Quiero acentuar en este pequeño ensayo la importancia de que el autor se responsabilice de su texto frente al público, y espero mostrar algunos puntos de vista sobre la noción moderna de autor, y cómo esta ha cambiado en los últimos 200 años.
Con el advenimiento de las tecnologías de la información, específicamente de los medios masivos de comunicación, se ha ido formando la idea en mucha gente de que todos podemos ser “artistas”; que nuestro trabajo artístico puede y debe ser apreciado, reconocido y elogiado, siendo la única condición bastante conveniente para el autor: que todo trabajo esté hecho con “el corazón”. (¿Qué pasará con los autores viscerales que escribían con las vísceras, o con los autores que escriben con el trasero o los órganos sexuales?).
¿No se supone que el arte es expresión de la cultura a partir de un punto de vista individual de un miembro de la comunidad, y que este punto de vista no puede sino estar impregnado de sentimientos, ideas y emociones que irremediablemente nos llevan a valernos de habilidades técnicas para hacer comunicable lo incomunicable? Es decir, se supone que cuando una obra es mostrada, está debería mostrar, y muestra aunque el autor no lo quiera, un estado mental y emocional evidente. ¿Entonces por qué parece justificable que aquellos que no tengan libros publicados, o premios colgados en la sala, argüyan que son autodidactas o que sólo escribían por entretenimiento? Muchos autores clásicos nunca pisaron la universidad. Mi apuesta es que la gente que argüye esto no asume responsabilidad alguna de los elementos criticables de su obra, pero gustosamente recibirá y prodigará elogios.
No podemos condenar a nadie. Todos tenemos miedo de mostrar nuestro trabajo al público. ¿Pero por qué? Porque no sabemos discernir entre la experiencia de vida y la obra. Sin duda, la vida del autor es una fuente utilizable de recursos para la construcción de obras, pero aunque escribamos nuestra autobiografía a los largo de miles de páginas, una vez que el libro sea puesto a disposición del público, la obra debe hablar por sí misma y defenderse de la crítica con sus propios medios.
Discernir entre la experiencia de vida y la obra, quiere decir llanamente que cuando alguien hable o diga tal o cuál cosa sobre la obra, no estará intentando atacar la experiencia de vida del autor; si esto se hiciera, la crítica y el autor de la crítica no están fundamentando su posición. Le pasaba a Jim Morrison que la gente que leía su poesía buscaba siempre la conexión con algún dato relativo a la obra de su polémico autor. Él se mostraba molesto, porque se consideraba primero poeta, y secundariamente músico y celebridad. Quería reconocimiento a su trabajo poético por el valor intrínseco que este pudiera tener, no porque hubiera sido escrito por Jim Morrison.
La obra de arte, tanto que bien de consumo, genera derechos monetarios a favor de su autor y los editores o la gente que ayude a darle difusión, por concepto de promoción y ventas derivadas de la exposición de la obra. Este punto de vista se enfoca a la obra de arte como producto de consumo y hace posible la existencia de regulaciones jurídicas que aseguren la propiedad intelectual de la obra a su autor, y que le garanticen el disfrute de los derechos que su trabajo produzca. Esta es la justificación de la existencia de los derechos de autor y la noción moderna de autor vigente a partir de la publicación de obras escritas desde el siglo XVI. Como muestra Jaques Barzun, los primeros textos de teoría artística surgen en este periodo en Europa, y sus autores fueron muchas veces maestros artesanos, escultores, arquitectos y (ya en el siglo XVII, en Francia, Italia e Inglaterra) miembros de la aristocracia culta y la burguesía incipiente, quienes buscaban dar a conocer avances y descubrimientos hechos por ellos en cuanto a técnicas de aplicación de color, materiales de construcción, ingeniería civil, crítica literaria y filosofía. Al hacer esto, se creó una manera de reconocimiento inédita en occidente. El autor de estas obras de consulta, o de otras obras literarias, así como los arquitectos y artistas, ahora ponían su nombre en el título de la obra, con lo que se entendía y se sigue entendiendo, que ese es el nombre de la persona a la que debe darse crédito por lo que se expone después. Bueno o malo.
El problema con la crítica, es que los puntos de vista sobre el valor de una obra de arte son siempre subjetivos y basados en apreciaciones personales que realiza el crítico. La crítica es una guía de lectura para apreciar el valor de la obra dentro de una comunidad, pero de ninguna manera puede ser totalitaria; es decir, una crítica no niega el valor de la experiencia del autor, se limita a poner en tela de juicio el sistema axiológico (de valores) que está expuesto en la obra misma. E igualmente, la crítica debe ser criticada, debe existir retroalimentación. La crítica tampoco debe agredir la integridad del autor, ni su dignidad, ni basar sus apreciaciones en la experiencia de vida del autor, simplemente porque entonces estaríamos dejando aparte la obra de arte y nos concentraríamos en desenmarañar su proceso creativo, lo cuál es válido, pero el crítico debe tener en mente cuál es la intención de su crítica: apreciar la obra en sí misma o conocer al autor para entender una obra en su totalidad (esto es, un conjunto de obras).
En este portal, me parece, realizaríamos lo primero. La crítica que aquí se lleva a cabo pretende comprender las obras expuestas en su valor intrínseco, porque por lo menos creo, todos somos autores incipientes y en proceso de formación; pero aunque hubiera autores consagrados exponiendo en este portal, debemos ejercer este derecho de compartir experiencias de aprendizaje y también posiciones estéticas y filosóficos unos con otros. Siempre están presentes las emociones cuando alguien dice algo negativo sobre una obra nuestra, porque nosotros la hemos creado, nos hemos pasado mucho tiempo dándole forma y queriendo decir algo que es importante para nosotros. Pero lo que tenemos que aceptar, es que cualquier cosa que digamos no necesariamente será tan importante para otros como lo es para nosotros. Es la base de la pluralidad, el intercambio de ideas que nos permite mejorar en nuestra labor creativa. Por eso debemos procurar tener una opinión lo más informada posible cuando realicemos una crítica, pero sobre todo, procurar ser honestos. Si una obra no es de nuestro agrado, no debemos elogiarla, sino que por respeto al autor que la expone, debemos hacerle saber que su obra no nos ha tocado la sensibilidad. Es más perjudicial el elogio infundado o basado en la amistad, que una crítica informada y dolorosa que pueda serle de algún bien al autor. De cualquier forma, el autor sigue siendo el único que puede elegir entre los diferentes caminos que se abren frente a él.

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