Todas las verdades abandonaron el cuerpo y tomaron como rehén al alma.

No es mía esta frase, es de alguien que para no naufragar se plantó en medio del universo y gritó con toda su fuerza para que alguien como tú pudiera escucharle.

Soy un simple ser que se vistió de esperanza y pensó ganarle la batalla al tiempo, para poner en orden sus ideas, quizás (estoy más confundido que antes), mi tonta existencia no tenga importancia para ti ni para nadie.

No quiero llenarte de incertidumbre, ni aumentar tu carga afectiva; no supe ser tu ángel, ni iluminar tu vida, no detuve tus lágrimas, ni limpié tu alma, te fallé, me fallé, es hora de decir adiós…
adiós sí, con las pocas fuerzas que aun conservo querida mía, será tu palabra la que se encargue de dar luz a este oscuro horizonte y traerlo de vuelta a la realidad.

Quise darte lo mejor, siempre lo pensé así ojala comprendas lo difícil que es estar acá, tan ausente y tan cercano, en el mismo espacio, con la magia donde lo imposible se hace anhelo y lo posible se extraña.

Tanto tiempo, tantas lunas, tantas noches y tantas madrugadas, aun ahí en el lugar de siempre, con las manos congeladas por el frío deslizando caricias y sueños en el alma tuya, me perdí en el espacio de tus ojos, de tu figura celeste que imaginaba mía, de tu ser de mujer y encanto de niña.
Hoy tal vez herido voy sin ir siguiendo el rastro de la vida, llevando lagunas en mi mente enferma, disipando cielos acariciando hinojos.

No es menos tu historia que la mía, son páginas a dúo que inspiradas en la noche se hicieron presentes en nuestras almas gemelas. Respiro lentamente tu perfume, y en el iris de mis ojos el color rosa de tus labios hace que se descongele y caigan gota a gota por mis mejillas lágrimas, sí, lágrimas de profunda y exiliada congoja, no volveré a verte y es lo que más me duele, porque mi vida ya no es vida si no mortaja.

Nunca tuve tiempo como ahora para echarle un vistazo a esta habitación ¿sabes?...he contado 16 vigas en el cielorraso que en forma paralela llevan sujetas 32 diminutas cañas con olor a monte y a hierba fresca, las paredes de un color ámbar frío, y esos cuadros que no son más que réplicas de Rembrant por supuesto sin ningún valor…en la mesa de noche la fotografía amarillenta que contrasta con los cabellos negros ondulados y ese porte altruista y desafiante de una virilidad concebida con la vergonzosa lengua viperina de mi superyo
-no soy nada, ni nadie- pero nunca me lo pregunté, fui egoísta, turbulento, engreído y desidioso; te amé cuando la muerte tocó a mi puerta y en despojos me ofrecí para dar rienda suelta a mi dolor.

Querida mía…un año donde la lluvia mojó mi lápida, y recogió mi osamenta…
querida mía…no quiero morir…pero tengo que hacerlo…no escucho...habla más alto…apaga la música…