agonia
espanol

v3
 

Agonia.Net | Reglas | Mission Contacto | Regístrate
poezii poezii poezii poezii poezii
poezii
armana Poezii, Poezie deutsch Poezii, Poezie english Poezii, Poezie espanol Poezii, Poezie francais Poezii, Poezie italiano Poezii, Poezie japanese Poezii, Poezie portugues Poezii, Poezie romana Poezii, Poezie russkaia Poezii, Poezie

Artículo Comunidades Concurso Ensayo Multimedia Personales Poemas Presa Prosa _QUOTE Guión Especial

Poezii Romnesti - Romanian Poetry

poezii


 


Textos del mismo autor


Traducciones de este texto
0

 Los comentarios de los miembros


print e-mail
Visualizaciones: 2580 .



Mujeres de aire
personales [ Pensamientos ]
Homenaje a mujeres que marcaron un rumbo.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
por [Pernelle ]

2007-11-04  |     | 



Entre las muchas personas que han influenciado mi vida, hay algunas mujeres en concreto a las cuales llamo Mujeres de Aire.

Han sido mujeres que han dejado formada mi vida en gran parte, espiritualmente, socialmente, familiarmente, de muchos modos. Mujeres a las que no puedo olvidar aunque quiera. Personas gracias a las cuales no olvidé quién era yo porque si alguna vez me perdía, me ayudaban a encarrilarme. Me colocaban en mi lugar. Y para las cuales, no sé por qué - refiriéndome a las que convivieron conmigo - era importante. Mujeres luchadoras, mujeres emotivas, mujeres sentimentales, mujeres inteligentes, mujeres creyentes, mujeres eficaces y competentes, mujeres fuertes.

Lo más triste es no haberlas acompañado en sus peores momentos. A unas porque la época y la distancia no me lo permitieron. A otras porque las palabras a veces, si no están bien expresadas, colocan muros de incomprensión que impiden un desarrollo o porque tuvo que ser así.

Ninguna de estas mujeres está ahora entre nosotros. Están con la gente que han querido o preparan el camino para quienes están con nosotros. Por lo que conozco de ellas, seguramente, están echando haciendo brillar con más fuerza las estrellas o intentan meternos en la cabeza aquello que recordaré siempre: "tú puedes, es que no quieres. Tienes la fuerza, úsala" tanto para mí como para los suyos. Y sobre todo, mirando a sus familiares: "cuídalos, no me los abandones" En ello estuvimos y en ello estamos. De las grandes mujeres que conozco que aún viven, todavía no hablaré porque en vida, deseo agradecer lo que hacen e hicieron por mí.

Alfonsina Storni. Sólo conozco de ella sus letras y su historia. Pero cada vez que escucho la melodía siquiera y veo los versos en un libro que encontré en una librería de aquellas llamadas "de viejo", un libro porque usado que yo me encargué de manosear de lo lindo, algo se estremece dentro de mí. Gracias a la coreografía que realicé de la canción de Mercedes Sosa, aprobé danza en la universidad. Porque iba buscando esos versos que Alfonsina quiso hallar en el aire y encontró en el agua, en la inmensidad del universo submarino. Hasta en mi juventud, practiqué la inmersión libre y cuántas veces he podido salvar olas y corrientes en temporales... ahora ya, nada, ahora queda todo ello en un recuerdo. Pero no Alfonsina.

Virginia Woolf. Otra mujer de aire que vino a buscar en el agua, al contrario que Alfonsina, la solución a sus desdichas. Inquieta, incansable, rompedora, investigadora infatigable, una mujer que no pertenecía al tiempo donde se la situó. Leía los relatos de Virginia Woolf, como muchas otras cosas, escondida en los estantes que mi madre tenía en el pasillo, donde había un hueco en el que me podía meter y donde no se me podía encontrar. Aquellos estantes estaban repletos de libros "prohibidos" para la época y antes de que se los llevaran y los quemaran, como había leído en el Quijote que se hacía con los libros de caballería, me los empecé a leer todos. Los que pude. Eran demasiados. Pero la riqueza de aquellas horas, no se ha perdido. Virginia Woolf me enseñó a no ceder nunca en mi curiosidad y a valorar hasta las mínimas cosas que había en mi entorno. Como aquel hueco bajo los armarios. Desde los 5 hasta los 12 años.

Concepción Arenal. Y continuamos con las mujeres de aire. Era una mujer ferrolana, como yo. La calle donde vivía en Ferrol se llamaba así: Concepción Arenal, número 55, segundo piso. Criminóloga. También estudie criminología, como ella. Sin darme cuenta, fue una de las mujeres que sin haber conocido, movió más mi existencia. No sé cómo, de qué manera, quizás el haber depositado tanto sobre ella en mi cerebro unido a mi afán inquieto de conocer el mundo - afán sólo conocido por mí por que tal y como estaban las cosas en aquel entonces, yo era rebelde, mucho, y el afán consistía en bordar, coser, estudiar y no responder mal a los padres - me hizo guardar su recuerdo y luego, intentar seguir su ejemplo.

Ana Luz Gómez Olmos. El piano y el magisterio del piano. Una mujer culta, cultísima. Me enseñó los valores del silencio, de la humildad y de la fuerza que reside en ellos. La música, vivía para la música. Le gustaba jugar con la música, con el piano. Su imaginación volaba. Ella misma volaba con sus palabras cuando tenía la seguridad suficiente para poder pronunciarlas. Sus gafas de montura plateada, su sonrisa, su casa limpia, arreglada y en penumbra, sus cuidados extremos, su dedicación, su empeño, sus ganas de ganarse el mundo al que llevaba sobre su espalda hasta que el mundo pudiera llevarla a ella. Recompusimos una pieza renacentista sobre la toma de Granada por los reyes Católicos. Lo que nos pudimos reír. Ella todavía estaba aprendiendo composición y no conocíamos aún los recursos pero guardo las anotaciones para dejarlas, en la ermita donde seguramente, sigue trabajando con la música y dejando su nota de luz en el corazón de quienes vayan a visitarla.


Maria Teresa Zazurka Paúl. Mi abuela. Una mujer oscense, que tuvo una vida fácil en cuanto a comodidad económica pero difícil en cuanto a otro tipo de problemas. Hizo bueno el dicho de que el dinero no da toda la felicidad. No le faltó el dinero pero sí la felicidad. Quedó huérfana con quince años, se casó a los diecinueve y a los veintitrés quedó viuda y con dos hijos, tras haber perdido a dos hijas. Dedicó su vida a su familia y puso algunos negocios que tuvo que abandonar cuando un accidente, casi acaba con la vida de uno de los hijos restantes, el cual llegó a tener un cargo importante. Tenía una gran memoria y una facilidad enorme de palabra. No olvidaba a ningún miembro de la familia, ni vivo ni difunto y tuvo, y creo que sigue teniendo, un enorme corazón donde todos cabemos. No dudó en ayudar a todo aquel que le pedía un favor. Tenía un carácter fuerte, dinámico, en ocasiones difícil, pero que ponía en seguida a favor de todo el que lo necesitara.

Isabel Guillén Gallego. Mi amiga Isa. Madre de dos hijos, un niño y una niña. Casada con Jorge. Feliz poseedora de un seiscientos pequeño, de color blanco, crudo, donde con Gela, íbamos por ahí a cantar serenatas y a hacer diversas travesuras. Cuánto nos pudimos divertir con ese seiscientos. Isa era diabética, pero llevaba su mal con toda entereza. Era también huérfana de padre. Vivía en Santa Lucia, en Cartagena, en una casa pequeña y de color blanco, también. Su corazón también se llenaba hablando de sus amigos, de su familia, de sus hijos. Era una mujer muy equilibrada, sincera, dura, pero la vida también la había tratado con poco afecto. Tres infartos han hecho falta para que fuera a acompañar a su padre. Es que la parca, no perdona. Cuando dice que va, va. Y en el caso de Isa, mujer activa, férrea, por naturaleza, la lucha fue dura para llegar al final. Es que no era el momento, no lo era e Isa lo sabía. Pero nunca sabremos que nos tendrá deparado el destino.

Isabel Linares. Madre de nueve hijos, a los cuales, como pudo, llevó diestramente, hasta un lugar honesto en la vida. Trabajadora, buena cocinera, inteligente dentro de su poca ilustración, pues no pudo acudir a la escuela, sabía que lo mejor para ellos era hacerlos trabajar y estudiar, sobre todo enseñarles lo que ella no pudo aprender. Por todos se preocupaba, por todos se desvivía. No sólo por sus hijos, sino por todos nosotros. Quiénes íbamos a su pequeña casa, su pequeño chalet, allá en la calle de la Rosa al final, y en el patio, su hija y yo hacíamos gimnasia para adelgazar y aprendíamos a bailar, cosa que ella no aprobaba porque ella pretendía que su hijas fueran mujeres honestas y decentes. Todas lo han sido. Ella dejó una buena muestra sobre sus hijos y sus hijas de lo que significaba la ambición de la persona humilde, la ambición por la dignidad y por llegar a ser mejores.

Hay otras mujeres. De fuego, de agua, de tierra, que también tendrán un lugar entre mis letras y que lo tienen en mi corazón. Pero no forjaron mi vida como estas mujeres que pasaron como un huracán en mi vida y que ahora descansan entre el cielo y el mar.

Mecano. Me cuesta tanto olvidarte. http://es.youtube.com/watch?v=CQsbifma9MU

.  | index










 
poezii poezii poezii poezii poezii poezii
poezii
poezii La casa de la literatura poezii
poezii
poezii  Busca  Agonia.Net  

La reproducción de cualquier texto que pertenece al portal sin nuestro permiso està estrictamente prohibida.
Copyright 1999-2003. Agonia.Net

E-mail | Política de publicación et confidencialidad

Top Site-uri Cultura - Join the Cultural Topsites!