María, con el rostro totalmente abatido por un gran pesar interno, se reúne con su amiga Cristal en un restaurante del centro a tomar un café. Con voz angustiosa y con el semblante totalmente deprimido descargó en Cristal sus angustias y sus dolores. Se quejó del trabajo, de lo poco que le pagan, de la relación con su pareja, del ambiente que se ha creado en su casa, en su trabajo, con su familia, con sus amigos. En fin, todo parecía muy mal en la manera en la que estaba viviendo su vida. ¿Qué le puede dar sentido a mi vida? termina preguntando María.

Cristal introdujo la mano en su cartera, sacó un billete de 500 Euros y le pregunta a María: ¿Quieres este billete?

Claro que sí, fue la respuesta inmediata de María, aunque en su cara se reflejó la duda del sentido de la pregunta de Cristal, y sobre todo el poco sentido que le daba esa pregunta a la duda fundamental que ella le había planteado.

Para confundirla un poco más, Cristal tomó el billete en una de sus manos y lo arrugó hasta hacerlo un pequeño bulto. Mostrándolo con la palma abierta de su mano le pregunta ahora a María: ¿Sigues queriendo este billete de 500 euros?

"Cristal, no sé lo que pretendes con este juego, pero siguen siendo 500 euros, claro que tomaré ese billete arrugado que me ofreces.”

Cristal sin decir palabra desdobló el arrugado billete, lo tiró al piso y lo apachurró con su pie en el suelo, lo restregó varias veces hasta que el billete quedó sucio y marcado por el estilo peculiar de Cristal.

¿Lo sigues queriendo? vuelve a preguntar Cristal. Creo que empiezo a entender lo que pretendes, le responde María, y te tengo que decir que a pesar de todo lo que le hiciste al billete, éste sigue valiendo 500 euros, y mientras no lo quemes o rompas en pequeños pedazos, el billete seguirá conservando su valor.

María, debes saber que aunque a veces no te salgan las cosas como tú quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, tú sigues siendo tan valiosa como siempre lo has sido. Lo que debes preguntarte es cuánto vales, y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado.
María se quedó mirando a Cristal, entendiendo y reflexionando sobre el mensaje esencial.

Poco a poco su rostro cambió, de abatimiento pasó a una cierta paz y serenidad, que se acabó de transformar en una franca sonrisa de agradecimiento cuando Cristal puso el arrugado billete de su lado en la mesa, y con una sonrisa le dice: Toma, guárdalo para que te recuerde que tú vales mucho cuando te sientas mal.

Pero regiomontana al fin, Cristal concluye: Me debes un billete nuevo de 500 euros para poder usarlo con el próximo amiga/a que lo necesite.