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■ Tierra baldía
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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2009-06-14 | |
Semejante a una presión hidráulica
centuplicada por el giro de los émbolos, que le piden aceite a las válvulas para cantar al compás del metálico vaivén; así el poeta siguiendo aquel ritmo canta impelido por la pulsión del dolor. Ese mecanismo puede saltar en pedazos sino vigila las tuberías que conducen el tráfico de fuerza hacia el interior donde ruge el poema embotellado, aunque no comprende el lenguaje de los motores eléctricos aquella semejanza es suficiente para ordenar el pensamiento también es cierto que enjambres de abejas impiden ir más allá de la corriente azul y esas regiones son desconocidas para el bardo, ningún geógrafo puede ayudarlo a transitar por esos parajes que no tienen la más leve referencia histórica ni aparecen en el mapa. Todo esto lo afecta como un fenómeno climático porque después de retozar en el calor, cae en un pasadizo de aluviones morrénicos. Entonces se convierte en un nómada consumado huyendo de sí mismo, y la curiosidad lo obliga a dormir en abrigos rocosos la mandíbula del dolor continúa abierta y no sería raro verlo escapar por escaso margen del desastre anunciado, dos corrientes lo siguen paralelamente la cálida que lo enerva hasta el éxtasis y la fría lo envuelve en el hastío; entre ambas existe una cuña por lo menos hasta el centro de la heráldica la subraza de aquel río recuerda al Aqueronte tiene contracorrientes y remolinos y una crónica esbozada que atraviesa en diagonal el pensamiento hasta vaciar el cráneo planeando en los diferentes círculos de esta región como el primer vuelo del aeroplano, resulta fácil reconstruir la fisonomía de aquel bardo que sonreía pálido como una perla. El hecho de escribir poemas en un país intransitable; es medir con las botas el largo de la península. El poeta sigue la órbita de la girándula alrededor de la rueda danzan blondas jóvenes de pubertad tardía infiltrándose por ramilletes en diversas franjas para cultivar su jardín de versos; en medio de un brillo eléctrico que evoca el ámbar del Báltico irrumpe aquel poema intempestivo y entre las alambradas canta saca la cara por todos los proscritos de la tierra entonces Tácito duda de su síntesis elaborada en otra época y en el mercado de pulgas encuentra un microcosmos antropológico pero éstas no son más que algunas pinceladas en el inmenso mural resaltando aquel extraño pueblo llamado El Banco Plutarco grita ante la invasión de los cimbros en el almuerzo descubro que fui bárbaro echándole picante a la sopa al tratar este menú con la menor aridez posible. Entre las rejas no brilla el sello de la escudilla; y la emanación natural del poema sufre una parálisis.
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