Tu desdén me niega aquella ánfora y su vino
y de esa forma me ataca el dolor arbitrario,
cabalgo en el olvido como caballero templario,
y mis lamentos viajan en este soneto alejandrino.

Yo no soy tu Abelardo ni el pájaro espino
aparta de mí el gárrulo clamoreo sedentario,
trata de alejar también el gimoteo atrabiliario
y mis penas se transmutarán en paisaje alpino.

Puedes ver al Destino asestando destructivos mazazos
las factorías de mis sueños volando en pedazos;
y no te levantas a defender mi esperanza.

Anhelo hallar la ternura oculta en tu faz de muñeca
he construido mi gabarra con preciada teca,
para buscar tus caricias en el océano sin bonanza...

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia