Un poema cantado a la luz de la luna
en las ruinas de una fortaleza romana,
despierta la sed de sí mismo, anhelo de beber en la canícula
vino exprimido por pretéritas viñas, jugo de galaxias...
El filósofo adolescente le canta a la íntegra vida
su diapasón hiere la guitarra hasta romperla
ignorando las lágrimas vertidas,
Teognis le señala un punto lumínico desde la atmósfera
que bien podría ser una noche en Las Vegas,
así aprende a distinguir el espejismo
y emerge un libro imposible,
un día divagando por Colonia, figuras envueltas en gasas y lentejuelas
le enseñan a arrancarle el alma al piano;
entre lo apolíneo y lo dionisíaco
la partitura canta los orígenes de su tragedia
presenciando el desastre desde un mirador,
balcón plagado de gnomos y enanos
que los circunda una guirnalda;
con el ímpetu plástico de una pistola SIG-Sauer
brotan sus consideraciones intempestivas,
obligándolo a levantar un pararrayo para detener aquel impacto
magnético audífono que conjura la explosión
cuando la mina oculta acecha el casco del acorazado.
Los impulsos juveniles dirigen la artillería hacia el porvenir
y una caída del alazán le revela su encrucijada:
no puede avanzar rápido a causa de la miopía,
el horizonte aparece brumoso
forzosamente envía su disertación a través de la niebla
franqueada con sellos impresos por la flor de nieve
escribe en la madrugada y la irrealidad del alba,
dificulta el cálculo de la perspectiva...
Bajo el resplandor de una lámpara de kerosene
difícilmente vislumbra realidades,
las cosas graves que se vienen construyendo
crujen enredadas en una malla,
las primeras luces matinales revelan la dimensión de ese
erial
la malísima luz de petróleo impide escribir claro
y sólo puede diseñar un boceto truncado
como la torre de la catedral de Estrasburgo;
que lo prepara para entrar en la edad adulta.

La cátedra de Basilea comienza eufórica
ahora es profesor y sus raíces encuentran terreno abonado,
después del carnaval arranca el miércoles de la obligación
y la batalla con sus ideales aumenta;
el filósofo como médico de la cultura ausculta cada vertiente
y comprende que la filosofía no puede refugiarse
bajo un paraguas filológico,
ese bastón necesita otra varilla para armar el quitasol
preparando un solaz en el mediodía,
refugio oportuno del pensador
pero la sabiduría de Temán a veces termina hundiéndose entre plantas palustres
las rimas cultivadas por Esquilo adornan el cráneo de un gerifalte
la máscara de Agamenón,
cubre su faz solitaria
complemento de la túnica que le brinda aspecto de hereje estético
cuando despeja la incógnita comienza a oír la Walkiria en un cuarto oscuro
entonces comprende que el conflicto le produce dolores de cabeza
y siguiendo la pincelada de Munch plasma en aquel lienzo un
grito
como un jabalí suspira por el agua fría de las montañas
busca las alturas presintiendo el volcán a punto de estallar
huye para aumentar la independencia en el mundo,
y como no encuentra prosélitos que sigan la causa
renuncia a la cátedra y se lanza a su destino.

El peregrino sin rumbo
marcha llevando el hatillo lleno de melancolía,
se encuentra en media vida;
a esa edad Dante tuvo su visión
y él toma una calzada que forma espirales
un pájaro cruzaba en aquel instante,
fue confundido con alguna ave del paraíso
pero era Lou Salomé convertida en águila
que esgrimía unas garras de tigre...
Abrumado por la reja del arado
el asceta gime bajo el cerco solitario,
varias ciudades acogen su tránsito
Génova le brinda el impulso de Colón para asaltar el océano
y su pluma dirige el barco genovés,
un lamento demasiado humano
moviéndose por un laberinto de lápidas cada libro brota claustrofóbico
esfuerzos nocturnos del poeta volitivo,
genealogía que designa al león como bestia de presa rubia
la Engadina le regala a Sils María
y con un acontecimiento repentino emerge Zaratustra
exponiendo la teoría del Superhombre,
conejitos esculpidos en bronce sobre la acera forman el número 13
¿De qué habrá muerto Wagner?
esto no lo aclara el periódico vespertino
las conferencias del doctor Brandes arrojan luces desde Escandinavia
Turín se convierte en su último bastión
inevitablemente comienza el desvarío,
la carga es enorme y el periscopio no alcanza la cúspide
pretende atrapar al emperador en un coselete
su dirección no la recuerda, supuestamente es el Palacio del Quirinal
este crepúsculo entona un himno a la soledad;
los arreboles mastican a intervalos la canción de la góndola
después de haberlo descubierto
no era gran cosa volver a verlo
lo difícil es ahora atraparlo.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia