Después de cuatro años de ansiosa espera
al fin corre el balón sobre el césped,
África es escenario de este mundial;
tinglado donde jugarán los mejores del mundo
resaltando su pundonor deportivo.

Siguiendo ese vaivén que despierta el fútbol
los versos arman una selección arquetípica,
que estremece los cimientos de la Épica
recordando el espectáculo de Zama;
donde disputaron un trofeo
Aníbal frente al intrépido Escipión
y aquí los jugadores sudan la casaca
al compás de un minué.

Philipp Lahm desde la zaga corre en descolgada
y busca la portería rebasando los flancos,
los centros de su botín viajan impulsados con gasóleo
cruzando la línea de la mágica latitud enmarcada en Johannesburgo
su temperamento de líbero capitaliza las oportunidades.
Messi renovando la época de la naranja mecánica
dibuja la táctica del Rey Mono,
y más veloz que el blandido de una cimitarra
envía el latigazo para inflar la valla
y recibir la algarabía del público.

Podemes contemplar en cancha ajedrezada
los alfiles infiltrándose por el esconce,
Croacia desata las anclas de la nave
ornando el juego con flamante corbata;
Cristiano Ronaldo alcanza el halo de la estrella
presea tachonada con hojas de abedules,
poesía que pinta gambetas trazadas por un hámster
Ballack desde el centro dirige el pistón
que mueve el engranaje del pivote.

Las estrellas brasileras regalan autógrafos
dimensiones cósmicas abriga aquella galaxia,
donde nacen jugadas que desbordan la fantasía
confirmando la magia de Pelé.

Levantándose como una llama olímpica
la pelota es princesa sobre un pedestal,
espléndido torneo que impele a los goleadores
Klose y Kaká esperan la ocasión
para evocar a Puskas en una final napoleónica.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia