Atmósfera plagada de arrullos infantiles
mirada cándida girando en torno del caballito de madera,
vestimenta de paño azul cruzada por un arnés carmesí
con el sello áureo oculto en el orillo.
Una dádiva que sale de pinceladas paternales
sin duda un regalo de algún militar inglés,
juguetes desparramados en el piso;
la casita contemplando la dimensión gigante del niño
que dejaba el mástil del caballito de trapo
reclinado junto al techo triste.
Una corriente volcánica llama a la puerta:
el río de Heráclito lo lleva hasta la mansión del Principito,
el feliz encuentro se desarrolla en el avión francés;
allí el autor se sorprende al comprobar el parecido físico
y la vestimenta de Pedrito similar a la del heredero de su corona.
La estrella del gorro lanza destellos dorados
siguiendo esos rayos Pedrito dibuja el croquis de Orión,
los rehiletes siderales se estrellan en el escudo de su boina
y el niño sonríe al sentirse el héroe del cuento;
recogiendo los lumínicos táleros del espacio
los guarda en el zurrón
y con el pincel traza surcos,
ampliando los perfiles de la Vía Láctea;
seguro de sí mismo nos dice
que le sonreirá a su padre desde una estrella.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia