El afán del poeta que sitia palacios
y esgrime arietes contra el indómito muro,
diluye rápido la persistencia del viento,
convirtiéndose en un sitiador sitiado.
Podrá tomar los castillos donde dormía Blancanieves
y hallar el guisante debajo del colchón real,
la raíz del pino que guarda los genes de Pinocho
lo obliga a buscar la esencia del árbol
donde germina la vida.
Murallas, fosos profundos y un seto de flores
levantándose ante la arremetida de los versos;
terminan de cerrar el cerrojo de acero,
jabalí sitiado por la jauría bárbara
los ejércitos se apresuran a taponar el cuello de botella
y es fácil la consunción de las ilusiones,
tenazas cerradas alrededor del valle
donde confluía un tráfico de esperanzas,
lo confinan a un lugarcillo patético,
ínfima lengua de tierra entre dos ríos caudalosos
agazapado en la madriguera espera sin dramas,
acurrucado dentro de la hondonada de la estepa,
siente frío en mitad del trópico
y de súbito aparecen turbonadas,
añoranzas de encontrar entreforros de algodón
y botas de fieltro para burlar al gélido sol;
quirúrgicos trabajos para despertar a los sueños
motivan las zambullidas bajo cubierto,
y de arriba baja la salvación
como un paracaídas.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia