Eres todas, pero ninguna a ti se compara.
Estas en los besos fugaces que se derraman en mis noches,
pero la piel se percata de que no son tus besos
y en el sueño de lo ajeno no hay ilusión que los forje.

Eres la distancia, más lejana cuando estas ausente
y te encuentro en los atajos que proponen otros cuerpos.
Te veo en la miradas que siguen a mis caricias
que no son las tuyas, pero lo fueron en otro tiempo.

Te vas cubierta de la piel que acogió mi deseo
cuando están regresando a ti las horas de la primavera.
Ya no son mis manos las que acomodan tu pelo
pero a veces el reflejo, en otros rostros te inventa.

Otra vez la noche recibe mis horas que son tuyas,
aunque te hayan buscado no te encuentran en los rincones.
Oscuridad infinita. Te llevas la luz en las espaldas
y han de pagar esta nostalgia los inocentes corazones.

Seres fugaces, llegan para incomodar a la tristeza que no les corresponde.
Son el refugio improvisado donde se escapa en ocasiones.
Son el intento por explicar todo aquello que fuiste,
un minuto de olvido para enfrentar el vacío que eres.

Eres el suspiro, que se imita pero no se iguala.
Que es brisa del pasado pero no de este presente.
Viento que desplaza a las inocentes almas lastimadas
y que te ha de extrañar, aunque no sea evidente.

Te vas cubierta de la piel que acogió mi deseo,
pero na hay deseo en la memoria de mi herida.
A nadie te comparas porque a mi manera te fui creando
y te amé como te inventé, no como eres en la vida.