Orquídeas dueñas del néctar divino
y fragantes camelias se unen al ramillete,
la floración de las petunias,
le presta fragancia a la dalia
y el azafrán como rey de la floristería
encendió un castillo de fuegos artificiales,
y los colores de los pétalos centellaron
dibujando un arco iris poético
cuando aquel idílico ramo
llegó a las manos de la poetisa.

Fue inmensa la emoción
al oír un susurro que decía:
Hoy recibí flores.
Las abejas libadoras acudieron presurosas
el colibrí degustaba hasta la última gota
del zumo de aquella rosa encendida.
Ella también conoce los secretos de la rima
ella domina la métrica perfecta,
brillante quetzal aleteaba entre sus manos
mientras yo imaginaba si podría enamorarla con mis versos;
para mí era un reto difícil de realizar
la ojiva de mis pensamientos se perdía en su mirada
y aquella beldad dueña del módulo infinito,
que los poemas dejan en el jardín de invierno
cuando la adolescencia dice adiós
apenas movía los párpados sin decir nada.
Sin culpa tropezó un frasco azul
que reposaba entre los nardos
derramando el líquido y empapándome la cabeza
de la huella aromática
que deja el agua florida.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia