(Han llegado mis polillas
a la esencia invencible)

materia inexacta
de átomo a libélula espectral
vuelo incesante de algún quebranto
que no quiere callarse
no quiere coagular
intenta alcanzar la sombra
ojo abismal
diluido
entre abierto
entre nada
melodía perdida
gritos del cuervo que piensa miles de lapsos
siente
se abraza a la distancia
con esfuerzo
agotado aplastado amorfo refractado
emboscado por todos los flancos posibles
piensa en su talón
reconoce entre sus dedos las cavidades de la luz
pupila expandida
tembloroso
contempla el oeste húmero
descalzo úrico obnubilado.

inescrutable
busca su nombre dentro de sí mismo
sobre techos ardientes páginas sin voz
en alguna alquimia ebria
para compactar el poder de sus escamas
que brillan con la oscuridad
su dialéctica es improbable
invencible
relaja sus células para volverse
ultracéptico en cualquier momento.

mercurio derramándose con dolor
de lluvia salada
de estar sólo
avanzando hacia todas partes
dual
desnudo
de pie sonríe niño cadáver
entierro tangencial
aferrado a su estructura demoníaca
se escabulle tras sus vértebras
se revuelca sobre su anverso
estatiza un gesto
hasta eliminarlo de la memoria
mide la distancia de su llaga
de su canto dilucular
animal
inmortal epitelio infinito
alrededor de la culpa criminal suicida
digiriendo remordimientos renuncias retrocesos.
crepúsculo adormecido ha muerto
rostro externo en el otro cuerpo
reflejo se sostiene de todas sus carencias
de migajas
de escombros vueltos indestructibles
encajados en alguna constelación neural
de un cáliz atestado de insomnios.
Lo que sostiene la estructura metazoica
emerge como férula infernal
con violencia arraigándose
arrastrándose por todos los desiertos
erigiendo su reflejo
esfinge de cieno
dejándose atrapar por una forma de gravedad heliocéntrica
calculando cada vuelo infraterreno
cada síntesis del tiempo
mutando fuera de los absolutos
hasta la consecución del fermento.

cuervo piensa en silencio
en su condición curtida
en la sonrisa de la muerte

piedra de humo
reptil retorciéndose
esquivando al sol
hidra incinerándose
aguijones de isula
piedra de hombre
bestia celestial
piedra de fe
de polvo
de sus manos
filos
sangre desértica…
y aun así
puesto en pie
sobre sus despojos
aferrado al sonido inconcluso clandestino
de la consumación de su nombre
de su último aliento
ha dejado volar su revolución hacia adentro
y se ha extraviado en una dulce locura.