Ginebra, la Ginebra que Calvino gobierna desde su lecho de enfermo, la Ginebra cuya sombra se extiende desde el púlpito de Knox hasta las antesalas vaticanas, la Ginebra donde se forja un mundo, tiene hacia 1560 unos doce mil habitantes.
Las grandes muchedumbres modernas además de ser un problema, son redundantes. Nicolás Gómez Dávila


Ginebra en aquel tiempo era minúscula
pero en su ínfimo universo la fantasía,
encerraba aquella dimensión etérea,
del colosal relato desbordando
los límites del papel.

Allí Calvino desde su lecho de enfermo
la gobernaba como se gobierna el timón
del triángulo volador;
y así de minúscula y aislada
volaba con el ímpetu arrollador
que el ala delta le imponía a su vértigo...
sus herreros forjaban un mundo inmenso:
las lágrimas de la rubia chica aristocrática
se cristalizaban en pétalos de flor de nieve,
y sus banderas fucsias tremolaban
agitadas por el licor de las bayas del enebro.

Y la sombra oblicua de su poderío
se extendía desde el púlpito enérgico,
hasta el ciprés de las antesalas vaticanas;
la Ginebra de Calvino era un librito
que contenía un océano de vivencias desbordadas,
y todo sin rebasar el límite
de la estúpida conurbación
que le devora a los países
sus auténticos sueños.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia