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■ Tierra baldía
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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2023-04-13 | |
SON ESTAS MANOS
Por Sergio Hernández Gil (tobegio) Son estas manos, las que escriben, las que despeñan las palabras en gotas de cascada, fruto del aire maduro, verbos de noche y de lluvia, racimos despedazados sobre la piel del planeta Son estas manos que construyen sueños y versos ardorosos de amor y desamor, las que ruedan por caminos polvorientos y vuelan desnudas, como ángeles del tiempo Son estas manos, tan pobres y nostálgicas, las que un día de abril -en naciente primavera-, rompieron la crisálida y bebieron el néctar de tus labios, mirándose en tus ojos taciturnos Son estas manos también, las que labran, las que cortan los suspiros a la tierra y arrancan de cuajo el acero de las minas; enredaderas del destino, palomas mensajeras, manos que tiemblan al sentirte cerca Son también manos que piensan, y en la incendiaria flama de una idea truecan dolor por esperanza, y al sañudo mundo aman en la curva de tus caderas, por debajo de tu falda y en el fondo malvasía de tu mirada, pozo profundo a la mitad del mar Son estas manos, encarnadas, las que escriben, si las miras, manos como todas, palpables, sensibles al calor y al frío, palmeras en el húmedo soto de tu bajo vientre, manos que veneran o que clavan el puñal cuando acarician Manos con dedos y con uñas, manos, simples manos, como todas, de barro y de granito, humanas, erradas, imperfectas, son manos nada más, como las tuyas Manos que aman y que roban el fuego a los Dioses para alumbrar y dar calor al agua que llega de los polos; ansiosas manos que beben la nube que brota de tus labios interiores Y así de esta manera, beso tras beso al infinito Universo de tu sexo, amar hasta morir acaso en el esfuerzo de alcanzar lo que tú quieras: el sueño, el sueño que despierto te imaginas y deseas Son manos, instrumentos vitales, lo mismo una pintura que un edificio de mil pisos con piscina en cada uno, lo mismo en la batuta que en la fábrica de armas o en la tienda de Shamir el vendedor de almas Manos que acarician y que matan casi siempre por la misma causa, por un pedazo de pan, de tierra o por nostalgia y libertad Manos, nervios de la tierra en que pisamos, manos de Egipto, pirámides, ejemplos gigantes, monstruosos, mito de mitos explicables por el poder de unas manos Reflejo claro del alma las manos son una fuente, el estallido, el principio, la idea original de la creación, la leve caricia y la herida en el ala, remolino en el vuelo por la vida que vuelca con su viento el crisol en que se forjan y nutren corazón, temple, calidad y carácter No importa el tamaño de las manos, escriben lo que ven y lo que sienten, y deslizan en la piel el pensamiento, que amarrado a un beso en cada yema de los dedos, recorre el cuerpo y lo estremece a cada tacto Son estas manos que saludan y que agitan su emoción con un pañuelo, en los toros, el fútbol y en el hipódromo; las que vibran Son manos nada más las que empuñan los rifles y jalan el gatillo, las que abren la zanja y entuban el río Pero también son manos, las tuyas, las mías, las nuestras, las manos de todos: las del bisturí y las del herrero, la que traza las líneas y pinta un deseo Son manos que se posan en el filo del agua, en el amor de una rosa Son manos que aman, como las tuyas, como las mías Son manos que hablan con el rígido tremor de la palabra, del esfuerzo compartido, del trabajo y del juego en que liberas tu risa de campana cristalina Son ojos para el ciego, para el mudo, voz y verbo Manos, tan sólo manos las que adiós se dicen y se estrechan para siempre en la lápida del viejo Manos de recuerdos Manos para todos dijo Dios, y nos dio la luz del pensamiento, la razón matemática y el cuento de vivir en que creemos Manos libres de cadenas Manos, fogata de los hijos, hogar y familia son las manos que forjan la historia de los pueblos, manos abiertas como libros y brazos extendidos como ramas, que atrapan el éter de tu alma en el fresco rocío de la mañana Manos que acunan, manos de madre Son estas manos, las que escriben, como todas esas que nombramos, humanas, sensibles al calor y al frío, manos que aman, que son luz y agua, manos, nada más, como las tuyas EL CALOR DEL TACTO En cada surco de la palma de las manos vive el hombre, el poderoso amo de la máquina y la fábrica, del químico secreto que guarda en cada átomo la razón del Universo y el paso silencioso, el titubeante tropezón y el seguro brinco de Neardenthal a la era del cosmos En esos recuerdos vagos de la Historia el de la voz, el que canta y el que habla, en cada espacio que hay entre las venas y en cada músculo y cartílago de unas manos, las tuyas o las mías, cualesquiera, vive el hombre, el de la idea, la razón y el sentimiento Ahí, en ese minúsculo mundo, el de la célula o el del átomo, o en el de la uña del dedo de una mano o en el planeta Tierra extraviado en el espacio, está el hombre, la inteligencia, capaz de medir en sueños la distancia del sol hasta la luna o viceversa Y en esas manos, como las tuyas o las mías, miras el claroscuro de la vida, miras también al Universo y cobras conciencia de que existes Y entonces te preguntas, ¿qué hago yo aquí, sentado, mirando estas manos?, y me pregunto otra vez ¿Para qué sirven? ¿Qué he hecho con ellas que valga la pena? Y diga, tal vez sólo estas líneas y el mito inventado, recreativo, lúdico, de un poema. |
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