Porque a veces nos engaña tan órfica:
la funcionalidad de unos zapatos
de mujer que no yendo, viene con su
risa sin embargo desde el corral
memorioso que trastorna la imagen.

Cuando te veía viniendo andando
gerundia impúdica como tú sola,
con tus ojos participios, lozana,
adherida al aire con la tibieza
de nunca y siempre, para recordarlos.

Porque nos engaña la órfica – no
siempre, realidad de la desmemoria:
caminar como trenzando el regreso
hasta aquella mujer que te emula, con
su risa sin embargo, nunca y siempre.