La sucesión enlaza pétalos de margaritas.
“Me quiere, no me quiere”: por siglos.
También oculta ese amarillo:
la resistencia de los rebeldes.
Igual, podrán sorprender, fijas, como
una antorcha que se apaga entre
los pocos testigos de la calma:
aljibes.
Sin embargo, sucede o sucederá y no
se define como una revolución:
“Las piedras de los Caballeros”
trituran la quietud una y otra vez
y otra vez más.
Y ya no serán, no, las mismas flores.
Desaparecerán en las bocas hambrientas,
que puedan, claro, que puedan.
Entonces el mar, los ríos, el tumulto
mojarán a los mismos reaccionarios.
Ello, quizás, sea seguro. Aunque
levanten otros muros, aunque sueñen
con estanques inmóviles, es decir,
impunes.

Por lo cual, verificada la hipótesis,
la teoría en el laboratorio:
concluyo:
“Hubo licencias poéticas como fue y es habitual”.
Pero las golondrinas serán otras golondrinas
y las rebeliones otras rebeliones.


© Radamés, Montevideo, 12/11/07, Uruguay.