Debieran arrestarme por presumida
por andar diciendo cosas de la poesía.

A quién le importa el canto de los árboles,
a ras de suelo la neblina
y la voz de un poeta
vociferando estupideces en medio
de uno que otro esqueleto?

Debieran tomar medidas
y encerrar los sueños de convivir
en una noche tremenda
en medio de máscaras y árboles
con una hoja colorida y única.

Insisto, ha de aplicarse una regla
Que prohíba decir tanta tontera.

A quién le importa
contemplar una estatua,
una escultura de madera
en medio de las plazas
de este sur de Chile,
donde los niños todavía
se atreven a pasar por mi lado
ignorando si llevo traje
o las botas puestas.

Vaya, acúseme usted
de no cantarle al amor
de no decir cosas lindas.
Diga ante el juez
que me burlo de los imbéciles
que me carga decir cosas tiernas
jugando a ser mina cuando ya pasé cinco décadas.

Debieran arrestarme,
atarme las manos y confiscar mis zapatos.

Dictar un bando, como antaño,
maldito tiempo de los ochenta.
Que prohíba estar triste
que diga que somos felices
que nadie se muere…

Amordace mi boca
Descargue en silencio
algo así como cuarenta balas,
Total qué tanto cuesta…

FATAMORGANA
Patricia Lara Arriagada