Potente pincel exhala inmensos trazos
y los esparce a travès del hùmedo fresco
increìble proeza cercana al arte griego,
boca arriba sobre el andamio masculla angustias
la angustia del arte moldea las figuras.

Aquella angustia traspasa el corazòn de las rocas
y queda impresa en la faz de santos y profetas;
soplo creador que vuela alìgero sobre el blanco espacio
y le imprime un mundo nuevo
lleno de fuerza y movimiento.

Un àngel dueño del màrmol cristalino
busca desesperado un rostro oculto en la fèrrea piedra
y el cincel descubre melancolìa infinita en su mirada.

La soledad golpea al genio
y frenètico trata de eludirla
sòlo el color logra darle ìntegro brillo,
como el amarillo, azul y rojo del uniforme de la Guardia Suiza
su ànimo hierve variopinto y creativo.

La enorme cùpula muestra orgullosa su sello
sello indeleble, impenetrable cual castillo guardado por el àngel con la espada
pero al mismo tiempo, ìntegro, innovador;
con la fragancia secreta de los sonetos
vertidos por un pecho ardoroso.