Jamàs olvidarè aquel mediodìa de junio
cuando llegastes en ràpida bicicleta,
flotaba la hora de la siesta
y el macondiano calor se alborotaba
desparramado despuès del meridiano.

Cual robusta matrona romana
escapada de algùn fresco de Pompeya
quedè mudo ante tus exòticos encantos
que hervìan mascullando no sè que promesas,
tal vez eran los ecos de mi esperanza...

Lo ùnico cierto era tu presencia
tus opulentas caderas de mujer caribeña,
la estancia estremecida ante tus pasos
sin duda venìas de una època pretèrita
eras el grito de los siglos atrasados
ubèrrima justicia para la sequìa;
estuvistes vigilando sobre mi infancia
y no era raro que ahora me encontraras.

Ni siquiera en mi propia tierra encontrè tal ventura;
respiras mar y cielo: Nacistes en la bella Barranquilla.