Crepitar voluptuoso de nocturno velo
muestra a los vientos tu ardiente deseo;
danza en la cópula de la promiscua serpiente
que abraza la semilla al canto del viento;
y enrosca en el vientre de las siete lunas
la purpúrea paloma que alcanza la cima.

Canción emplumada que instaura los astros,
expulsa al tirano de olímpico muelle,
danza hacía el norte a la multicolor aurora
que del cielo nacida la natura inspirada
elevó las entrañas entre los gigantes,
y moldeó al pelasgo heredero del tiempo.

Plateado cristal que las ánimas surcan,
envuelto en el manto de Tetis, su origen divino,
tiñendo la noche con lascivo deseo
engendró en el círculo la celeste tríada
guardada en el monte de la primera musa
que desciende al oráculo del nuevo patriarca.

Se funde en la roca, lágrima herida
se abraza al latido de piedra en los hombros
¡Fuego y tridente de ojo cautivo!
al bronce derrite en la ardiente entraña;
y el vago recuerdo consangra en venganza
al espíritu que mora en su maldita estancia.

Al brazo de la noche la potestad de los cielos,
lanza la mirada al vulgar destino,
y en sus blancas arenas riega la semilla
del peso del mundo en fosco camino.

De la arcilla al viento creó entre las aguas
el coro de aves y el humano aliento,
que en cuatro portales del horizonte al cielo
elevan su alma al mortal destierro.