En un ambiente de bucolismo arcaizante
nace un instrumento de tonos sensitivos,
tal vez por eso viaja como caballero andante.

Desembarca en puerto de climas excesivos
la soledad y el olvido ¡amantes fieros!
en ardientes tierras juguetean sin paliativos.

Bajo el dosel de tropicales luceros
brota un ritmo con clamores estivales,
su fuelle alegre vierte sollozos lisonjeros.

Escuchandolo se siente el aliento de los brezales
refrescando la faz del cautivo solitario,
que anhela frescos soplos florales.

Quisiera escribir en un extenso diario
la influencia de sus notas desde niño,
pero me parece un poco arbitrario.

Me limito a expresarle con mucho cariño
mis sentimientos y afectos de hermano,
siguiendo las notas suaves cual armiño.

Cuando entabla amistad con el tambor africano
y la nativa guacharaca fogosa,
entonces nace el vallenato festivo y lozano.

Unidos le cantan a nuestra tierra amorosa
cantares que son orgullo de Valledupar,
y de la bella Guajira clara y frondosa.

Un alegre embeleso fluye del pesar
y vibra en el alma de los acordeones,
raudos dedos martirizan con vivo crepitar.

Y febriles aletean sobre los albos botones
arrancando pases que nos arrugan el sentimiento,
ofreciendo gustosos embriagantes canciones.

Suave caricia para nuestro pensamiento
nos ofrecen los jilgueros cantores,
esparciendo su canto con leve movimiento.

¡Oh Valledupar! atesoras regios fulgores
un amable visitante de tierras lejanas,
te trajo paisajes de rojos arreboles.

Se puede ver en las cumbres cercanas
la mezcla de los colores del sentir popular,
transmutados en cantos de auroras tempranas.

Los deseos perennes y urgentes de escapar
eludiendo al dolor y exaltando la paciencia,
brotan a raudales de nuestro amado cantar.

Desde el arranque de la adolescencia
bellas notas vallenatas hierven en mis venas,
aumentando caudales de elocuencia.

Recuerdo una noche cuando apartaba las penas
en el muelle fluvial de mi pueblo natal,
suaves tonadas alzaban sus almenas.

Era un mozalbete...diecisèis años de luz estival...
acariciaban mi faz...una sonrisa cascabelera,
anunciaba la llegada de la marcha triunfal...

Una linda mujer de negra cabellera
y de jeans blanco apretado era mi sueño;
la nombro reina... y de mi juventud bandera...

Planeando por encima del claro pergeño
flotaban bellas canciones:"A dos voces",
"Mañana sale el sol"...quiero ser su dueño...

La deseo¡quiero proclamarlo por altavoces!
y escucho:"Para adorarte màs"...¡es amor!
¡himnos de amor escritos por estrellas veloces!

Luego suena:"Aquella guitarra"el dulce rumor
acompaña al cortejo de ondas musicales,
y deja en mi sueño agradable sabor.

Desde entonces comprendo que vientos otoñales
no doblegan a la dulce esperanza,
y que debo esperar al sol en los trigales.

Que la vida se disfruta como una danza
manteniendo muy alto el deseo de vivir,
y sembrando buenos sueños en la labranza.

Para decirle a mi pecho: ¡Deja de sufrir!
porque al fin vas a ser feliz con esa mujer,
el sol no muere hoy...mañana vuelve a salir...

Erigiendo de nuevo el Estandarte del Rosicler
con fervor nativo de nuestros juglares,
fieles amantes de rosas que vuelven a florecer.

Acariciados por la fresca brisa de verdes mares
se inspiran añorando valles y cerros,
presintiendo siempre deliciosos lagares.

Ahora claman en coro resonantes cencerros
uniendose alegres a torrenciales aguaceros,
para suavizar la carga de los destierros.

Los juglares extraen de acordeones sinceros
todas las posibilidades melodiosas,
elevando sus tonos en ritmos certeros.

El vasto poema en las manos laboriosas
se une a los fundamentos de su existencia,
en un puente colgante de notas melodiosas.

Se desbordan torrentes en plena efervesencia
los compositores se inspiran con arrebato,
en la escena macondiana vibra una escencia;
que anuncia los ritmos del Festival Vallenato.