“… que no nos separe la vida y se vaya al diablo la muerte”
(últimos versos de: testamento de otoño - 1959)
Pablo Neruda



¿qué dirán los pájaros de nosotros?
¿y la lluvia?
¿y el otoño?
¿qué dirá el llanto de nosotros?
¿y el atardecer y la tristeza?
¿la melancolía hablará de nosotros?
¿nos nombrará la nostalgia, el mar o el ocaso?
¿qué dirán los gatos, la luna y los lobos?
¿hablarán de nosotros las flores y el río,
la higuera, el molle o el limonero?
¿qué dirán tus manos de las mías?
¿y la ausencia al vernos juntos, se sentirá vencida?
¿se lo dirá a la muerte?
¿se conocerán o serán la misma cosa?
¿hablarán entre ellas de nosotros?
¿y que dirá nuestra cama vacía… y las dos sillas?
¿qué nos querría decir el viento de abril?
¿qué pensarán los perros que nos miran con tanta inocencia?
¿qué nos querrán decir?
¿sentirá lo mismo la noche cando no estamos?
¿a quién le dirá lo que siente?
¿alguna vez la escuchaste?
¿algo te murmuró allá?
¿a la luna le dirá algo de nosotros?

cuantas preguntas me invaden, niña mía, como si viviera en un mundo inimaginable, como si creyera que no se pueden contestar o que esas preguntas son fantasía; sólo porque no estás, aún a sabiendas que juntos todas las respuestas las llevamos impresa en el alma con total naturalidad

escuetas mis líneas hoy, sólo estoy desbordado de vos, que lo que me circunda pasa desapercibido
como siempre, pequeña, este diminuto puente de palabras, lo transito para estar más cerca aún
como de costumbre, lo tremendo de tu ausencia me obnubila, y soy mal educado por no preguntar por tu salud, pido nuevamente perdón, es que me atropellas, se que pronto me contarás

salgo apurado de esta carta, ya que temo perderme por siempre en tus ojos porque sé que me leerás con el alma y puedo derretirme antes de finalizar

un beso enorme como lo que alcanza a dar mi boca
y esto que nos conmueve tanto
enorme como una manzana enorme
para comer de a dos
nada más que yo