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■ Tierra baldía
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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2005-10-02 | |
Sin entrar en cuestionamientos acerca del sentido que Luigi le otorgó a aquella relación, y sin ultimar en una gran cantidad de detalles que pudieran relativizar su convencimiento, hay que decir que él se enamoró perdidamente de Brenda.
Seguramente, muchos podrían llegar a considerar que eso no fue amor, pero lo que Luigi identificaba en ello, para él no tenía ningún otro nombre. Estaba tremendamente seguro de sus sentimientos, y no tenía ninguna otra forma de como denominar a eso. Luigi andaba buscando trabajo. En esa época para un joven de veinte años, conseguir empleo era casi como ganar el primer premio de la lotería. Solamente algún trabajo esporádico, en muy contadas excepciones, le permitía darse algunos gustos, propios a un muchacho de su edad. Su madre, divorciada hacía varios años, le daba de comer y de vestir a cambio de realizar algunas tareas en la casa. Por supuesto que esto no era la felicidad para él, que soñaba con ser un hombre importante. Así, su vida transcurría en medio de un océano de aburrimiento y rutina. Si bien otros muchachos de su misma condición se las arreglaban para salir de vez en cuando con alguna chica, para Luigi esto era harto difícil, ya que no se sentía ni demasiado atractivo, ni demasiado locuaz para poder hacerlo. Muchas veces, intentando romper el hielo, llegó a decir cosas sumamente hirientes a la otra persona. Uno de esos días, volviendo de las compras de la verdulería y la rotisería, se encontró tirado en el piso un billete de cien pesos. Cierto entusiasmo se apoderó de él cuando lo colocó dentro del bolsillo. Esa noche, diciéndole a su madre, que iría a la casa de un amigo, enfiló derechito para el prostíbulo. Fue en ese preciso lugar donde conoció a Brenda. Ella, con sus treinta y cinco años, era una muy hábil fingidora que lograba encariñar a todos sus clientes, y Luigi no fue la excepción. Es más, quedó tremendamente empantanado en las ciénagas amatorias de aquella mujer. Ya no pudiendo resistirse a requerir los servicios de Brenda, Luigi terminó hurtándole a su madre algunas joyas de su cofre. Fueron para él, varios meses de acalorado idilio en el que no cabía ninguna otra razón para vivir, Por lo que me enteré algún tiempo después, cuando fueron descubiertos los robos por parte de la madre, esta lo hizo internar en un psiquiátrico y Brenda aparentemente falleció de un coma alcohólico.
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