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El Viaje
prosa [ ]

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por [Stallion ]

2006-04-15  |     | 



Se filtraba un aire tibio que apenas daba un poco de calor a los hombres que trabajaban en esa adusta monotonía, era una simple tarde más; en ese preciso momento el agudo aullido de un timbre se dejo oír; los hombres dejaron de trabajar enrumbando hacia la salida. Omar era uno más entre los demás, todos ellos trabajaban en esa enorme fábrica de enlatados y productos marinos, su padre alguna ves trabajó en ese mismo lugar y en ese mismo puesto. La muchas veces, cruel cadena de la vida parecía haberle impuesto simplemente lo mismo.

Luego de salir de la fábrica, Omar se detuvo frente a esa gran construcción, tan fría, tan gris como los pensamientos que a veces asaltaban su mente. El perímetro de este monstruo altanero era aproximadamente de unos 15,0000 metros cuadrados; rejas resquebrajadas por la profunda humedad cercaban el lugar, en lo alto se divisaban las pequeñas ventanas por donde Omar sé abstraía mirando fijamente el mar, contemplando su inexorable amplitud; pensaba en hacerse a la mar, viajar, y quizás no regresar, pero pronto estos pensamientos se desvanecían en la espera brutal por salir de ese lugar a una hora y tiempo fríamente calculados; otras veces pensaba que el hecho de estar ahí era parte del designio de algún Dios del Averno, que lo había puesto en ese lugar y bajo esas circunstancias para que redimiera algún pecado llevado a cabo lejos de ahí, en otro tiempo y en otro lugar; esto muchas veces lo reconfortaba, ya que se veía así mismo como una pieza de ajedrez manipulada siempre por los dedos de un gigante.
Estaba a punto de marcharse, el regreso tenía que hacerse a pie debido a la huelga vehicular indefinida, cuando logro escuchar una voz, la reconoció instantáneamente, se trataba de su amigo Pedro, él apenas pudo distinguirlo ya que su sombra algo siniestra y uniforme lograba apenas traspasar el umbral de la oscuridad absoluta, este se acerco y dijo
- Omar que bien que aun estas aquí, esperaba verte, pensé que ya te había marchado, ¿acaso me esperabas?
- No precisamente pero ya que apareciste, vamos, echemos a andar -dijo Omar
Ambos sujetos empezaron el recorrido diario que los llevaría al ruedo cotidiano; la noche era oscura, sumamente ruidosa y atormentadora.
- Todo esto es extraño –dijo Pedro- ¿no lo crees?
- Bueno si -respondió Omar- la vida en si es extraña eso nadie lo puede negar, uno nunca sabe lo que puede pasar al final, podemos morir mañana ya que nada es eterno; pienso que tan solo los recuerdos son los que permanecen en el tiempo ya sea en la mente de algunos o simplemente en el viento, en la atmósfera yendo de un lugar a otro.
- No me refería precisamente a eso, Omar, hablaba del ruido estrepitoso que producen las olas; teniendo en cuenta que es una noche sin luna, la fuerza insidiosa del mar y tan descomunal furia son casi inexplicables a menos que pensemos que las profundidades marinas están de duelo.
- Todo puede ser –respondió Omar muy vagamente-
- Sabes algo Pedro ayer me encontré con Ángela, la de la mirada flameante,
la mujer que entraña tantos misterios, me revelo uno de sus secretos. Regresaba de trabajar y decidí pasar por la librería en busca de la ultima edición de mi revista usual, estaba por entrar cuando ella salió intempestivamente; nos miramos cara a cara, hubo complicidad y decidimos caminar juntos; hablamos de todo un poco hasta que yo terminé contándole acerca de mi trabajo y de lo que pienso de el; le hable sobre esa prisión y sobre como todos cumplen una función milimétrica, fría y absorbente, cuando menos se dan cuenta ya no están aquí, de repente nunca supieron que estuvieron aquí y ahora solo sirven de alimento para bestias carroñeras.
- ¡Omar! -enfatizó Pedro- no creo que sea para tanto, es solo cuestión de adaptarse yo me siento muy bien trabajando, no me quejo de la paga espero ascender y luego...
- Tu no entiendes nada, – recriminó Omar de una forma brusca y alterada – mi punto de vista es otro, no solo se trata de dinero, esto tiene que ver con el mas altruista deseo de la superación humana; por cierto yo no me veo a mí mismo desempeñando un rol impuesto por una sociedad caótica, casi putrefacta y por la relatividad de las circunstancias.

La pequeña ciudad se encontraba a unos cuatro kilómetros, a lo lejos se podían divisar las pequeñas luces que con mucho esfuerzo emergían escapando, casi huyendo frenéticamente de las brumas y nieblas, devoradoras incólumes de luz. El sinuoso camino serpenteaba por encima de las rocas, las cuales a su vez dibujaban figuras totémicas que sobresalían maléficamente en esa vasta penumbra.
- Debemos detenernos en estas rocas – dijo Omar – ese es un buen lugar para hablar; el secreto que me fue revelado tiene que ver con todo lo que pienso, o sea me brinda la formula o debería decir me otorga las llaves para escapar de la celda; no estoy hablando por cierto de ningún brebaje o droga que aplaque mis exacerbados sentidos; me refiero a una verdad vedada para algunos pero que le fue revelada a ella gracias a un viejo libro hindú. Se basa en una técnica de relajación por la cual consigues que el cuerpo se duerma, mas la mente no; al comienzo no le creí, hasta pensé que estaba bromeando conmigo o que tal vez solo quería ilusionare; pero ella me juró por la vida de su madre que esto era verdad y que si yo estaba dispuesto ella también lo estaría; así que en ese momento no lo dude mas, creo que la decisión ya estaba tomada de antemano, tu sabes yo tan solo quiero la libertad ¿Preciada vanidad? O realidad inminente, esto aun no lo sabia con certeza pero sentía que algo importante iba pasar esa noche. Inmediatamente nos dirigimos a mi habitación que queda en la esquina de la calle de la plaza de los descalzos. Entramos y subimos los seis pisos que nos separaban de mi morada; al trasponer la entrada de mi puerta sentí un alivio exquisito ahora todo estaba en orden; al fin encontraba una idea salvadora para mi contexto errante.

El primer paso consistía en ponernos unas ropas livianas que no ejercieran presión alguna sobre nuestros cuerpos, no debíamos usar nada en los pies; al ver a ella cambiarse con tanta gracia note algo que antes no había querido ver o reconocer; su implacable belleza, de naturaleza cautivadora, un poco turbadora pero a la ves muy humana. Seguidamente nos recostamos en la alfombra apagando las lámparas, cualquier destello de claridad desapareció por completo. Entonces prosiguió a explicarme detalladamente en que consistía la técnica; poniéndola en practica de inmediato, poco a poco empecé a sentir mi cuerpo más ligero, todos mis miembros confluían hacia mi centro, en ese momento de sumo relajo mi mente se puso en blanco, me sentí flotar, fue mi cuerpo astral el que se empezó a elevar y logre apreciar como mi cuerpo terrenal yacía ahí en el suelo, tan indefenso y limitado por la tangibilidad de lo aparente, preso de sus propios espejismos y de las formas; en eso pude sentir la presencia de Ángela, en ese momento creí que era realmente un ángel; traspusimos el techo y yo me sentí por fin libre, nos elevamos bastante y contemplamos la ciudad. Me di cuenta que todos eran unos seres atrapados en sus propias trampas, los edificios y casas me parecieron meras ratoneras gigantes; pude darme cuenta que el hombre muchas veces no es mas que una presa suculenta de su abyecta fiera que lo devora y deshumaniza para hacerlo cada ves mas animal y primitivo. La incapacidad de mirar un horizonte entorpece el vivir, el hombre esta encadenado, así la vida de muchos se vuelve una agonía infectada de los sentimientos mas ruines; pocos son los hombres que miran más allá de sus propios paraísos, pocos entregan algo sin querer después sacar más ganancia.
Después de un momento nos dirigimos hacia el gran mar imponente y poderoso, digno de reverencia, vimos sus profundidades, sus abismos, también el tenue reflejo de la luna sobre las olas, luego recorrimos grandes extensiones de tierra, vimos grandes ciudades despiertas y llenas de movimiento, pudimos también apreciar pequeños pueblos perdidos en la lejanía y olvidados por el señor, al contemplar las estrellas, distinguí algunas constelaciones ¡Cuanta inmensidad, cuanto brillo!
De pronto sentí un golpe sordo en mi oído, todo se nubló, sentí como si caía vertiginosamente, fue entonces cuando salí del trance, Ángela se encontraba a mi lado y alguien llamaba a la puerta, abrí y tan solo era el cartero con una dirección equivocada. Ángela me explicó que el sorpresivo regreso se debió a que siempre habíamos estado unidos a nuestro cuerpo de carne, en estos casos las distancias no significan nada, era la velocidad del pensamiento la que nos trasladaba, luego se marcho, pero tenemos una cita hoy para realizar nuevamente ese alentador viaje.

-Bueno –dijo Pedro – no negaré que es una historia bastante peculiar, pero yo creo que solo se trato de un sueño por sus mentes tan excitadas por tal idea.
-No sea ridículo Pedro, lo que paso ayer no pudo ser un sueño, ya que ambos simplemente no podríamos haber soñado lo mismo; mejor pruébalo tú mismo esta noche, ven con nosotros y no te arrepentirás.
-Esta bien Omar, acepto.

Los dos hombres se incorporaron lentamente y avanzaron casi a tientas, guiados por las lejanas luces de la ciudad, las cuales de una forma muy sutil diferenciaban el camino de aquel gran barranco en cuyas profundidades encontraba ese gran titán furioso, ese mar agitado de penas e incertidumbres, ese acantilado era algo sagrado para aquellos que habían soñado con el y fatal para los que se aventuraron en sus profundidades.
Omar en ese momento pensaba en la manera como había visto ayer a Ángela ¿Sería realmente un ángel? La imagen de ella aparecía en su mente sin cesar la supuesta suavidad de su piel, en realidad nunca la había tocado, solo fantaseaba con la fina textura de la misma; lo regocijaba, lo hacía sentir como un niño a la expectativa de su r5egalo prometido; sorpresivamente ella apareció de entre las primeras luces ligeras pero lacerantes de la ciudad, los encontré dijo, manos a la obra.

No perdieron el tiempo y se apresuraron sagaces, casi febriles a la habitación, procedieron a actuar como la noche anterior, según las reglas estipuladas por dicha excelsa meditación sumiéndose así en el esperado trance.

- Pedro, Ángela los presiento ¿están ahí? Lo ves ahora con claridad Pedro, esto es real, no era mi imaginación, el espacio es nuestro, ¡Nos pertenece! Comuníquense, respóndanme ¿Dónde están? Se han echado a volar sin mí, siento su proximidad, no se escondan

La noche seguía su curso, el cuerpo astral de Omar muy preocupado se sentía de alguna forma engañado y se debatía entre las tinieblas; pronto pudo percibir algo que lo aterrorizó.

- No hace falta que me lo hagan saber-grito- ya lo sé, los he podido ver juntos en la representación más pura y sublime del amor. Que ironía, que teatro más doloroso en el que he actuado, he sido un títere de la fatalidad; ellos ahora unidos en la inmensidad del cielo; alguna ves, ahora por cierto borrosa, creí tener la oportunidad de amarla, pero fui muy iluso en esto, solo nade en círculos, siempre el mismo papel aquí y allá; ahora que no me encuentro cegado por una vela paupérrima y un candelabro oxidado, ahora que se han desvanecido los velos que cubrían mis ojos, sé por fin lo que debo hacer, tengo que elevarme hasta salir de esta esfera, lejos de este mundo puede estar lo que estoy buscando.

Omar y su cuerpo astral traspasaron así la atmósfera, la velocidad incalculable del pensamiento lo empezó a llevar muy lejos; pudo aun ver la tierra, pero las perspectivas habían cambiado y esta no era para él más que una insignificante canica, todos estaban atrapados en un juego de azar, de ambivalencias. Omar al jugar su juego creyó haber perdido algo que en realidad nunca tuvo; las pertenencias suelen ser engañosas y los espejos pueden llegar a mentir transformando hermosos rostros en simples señuelos para confundirnos y reírse de nuestras posibilidades; pero en este mundo no se gana ni se pierde, la vida tal como la conocemos es relativa, lo palpable puede estar ahí como también pude esfumarse sin dejar ningún tipo de rastro; solo el mundo interno de un hombre puede acompañarlo de verdad, siendo sus pensamientos los únicos aliados en la guerra y en la paz, en la eternidad del tiempo.

- Omar por favor despierta – gritó exaltada Ángela- mientras con un ligero movimiento trataba de hacer reaccionar el cuerpo de este, que yacía en la habitación.
-Cállate –increpó Pedro- mejor esperemos unos minutos, ya que el trance en el que se encuentra es demasiado profundo como para pretender sobresaltarlo de esa manera.


La larga y negra cabellera de Ángela rozaba el cuerpo inerte de Omar, el cual a su ves se asemejaba a una estatua que parecía haber estado ahí por siempre. Pedro parado en la esquina de la habitación solo miraba pasmado por la ventana.

-¡OH estado excelso en el que me encuentro! – pensó Omar- Yo y el universo, esto es maravilloso no hay mas ataduras, ahora sé lo que significa la libertad y ya nadie me detendrá, me uniré a la inmortalidad, será apoteósico; lástima que los humanos no puedan salir del laberinto que ellos mismos se han creado ¿Hay más ciegos acaso?

De pronto Omar percibió muchas voces que le hablaban en simultáneo, no comprendía lo que le decían

- Quién es aquél que me habla, comunícate ser del espacio, ¿eres una inteligencia superior o eres tú el mítico Dios?
- Ente maléfico, deja de murmurar ¿Acaso no podríamos entendernos? Me doy cuenta que no estas solo, son muchos ¿quiénes son, de donde vienen? Son millares, billones, otro error, su número me resulta inconmensurable.
-En realidad que hago aquí, quien es, podría ser uno de ellos, ahora sé que tan solo flotamos en la oscuridad avanzando sin importar hacia donde...

Omar se aventuró y llegó muy lejos; al dejar su cuerpo creyó ser libre, no contaba con lo que le sucedió; su cuerpo terrenal tal ves nunca importó, su mente era ahora la que ya no le pertenecía, sus pensamientos le fueron arrebatados sus recuerdos ahora eran inexistentes. Omar como lo conocimos pasó a ser parte de la nada.

Entretanto Ángela y Pedro estaban frente a la ventana, abstraídos en pensamientos muy personales; de pronto algo los hizo voltear a la vez, fue como un llamado muy lejano; el viento soplaba y de los ojos de Omar una lágrima al desprenderse manchó las sábanas de sangre.









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