La invasión de las tropas de la gran nación del universo a la pequeña república insurgente, se produjo después de varios meses de combate. La lucha alcanzó ribetes muy sangrientos, pero se realizó sin ninguna compasión, para con los enemigos.

El general reunió a todo su Estado Mayor, e impartió órdenes muy precisas: Tomar los medios de comunicación y decirles a toda la población de los males que estaba padeciendo por culpa de sus anteriores gobernantes, y pedirles la más absoluta colaboración con el nuevo régimen de libertad y democracia, advirtiendo a su vez de lo que les podría suceder, si no se acata con lo establecido por el ejercito libertador. Por otra parte impartió las órdenes de desarticular todas la fuerzas enemigas, desinstalando cualquier foco de conflicto, perseguir e interrogar a todos los jefes rebeldes mediante severas torturas físicas y mentales, y luego fusilarlos, mientras que en las prisiones, había que mantener a los derrotados de la forma más humillante posible. Ante cualquier indicio de rebelión, aniquilar a todos los que formen parte de ella.

De repente entra a la sala un suboficial y dice;

-General, su esposa está en línea desde Metrópolis, en el teléfono de su despacho privado.

El comandante se levanta pidiendo a los otros que lo aguarden un momento. Los que quedan en la sala siguen discutiendo el plan que había establecido su jefe militar. Pasado unos minutos, entra el general con muchas lágrimas en sus ojos.

-Disculpen mi amargura, estoy muy dolido, es que mi esposa me estaba comunicando la muerte de mi gato siamés…