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Esbelta y bella, iba sola, muy sola… caminaba lentamente hacia un punto que moría en la línea del horizonte. Los que la veían pasar se mofaban y hasta empellones le daban. Su andar de balanceo era a causa de la cojera. Lenta, coja, pero segura de sí misma.

Miraba el comportamiento del género humano y se sorprendía al compararlo con el reino animal… un manto oscuro cubriendo hoy de forma colectiva a la raza humana…

La humanidad no se conduele de sus congéneres como sí lo hacen en su mayoría, los mal llamados dizque irracionales. En muchos casos “ella” misma se ha avergonzado de usar cuerpo humano pues que eso la hace semejante en lo que de bestial tiene la humanidad… Los oprobios conferidos a los niños, tanto en su cuerpo como en su alma… las violaciones a la libertad a través del secuestro… la opulencia de las mafias financieras dejando sin un mendrugo al grueso de la población mundial. No les importa a los poseedores de bienes y servicios que una familia pague más de una vez a través de tasas onerosas, el precio de viviendas sencillas, y que, en una buena mayoría de países son solamente una caja de fósforos llamados “casa” u “hogar”. Golpes a la integridad de esta coja, a diario… Y aguantando desde siempre.

La coja siguió caminando lenta, triste. Suspiró por no encontrar almas que se condolieran de los abandonados de los sistemas gubernamentales… Ella va siempre llorosa clamando ser oída para que se acabe el desperdicio de los bienes de las naciones del planeta.

Con ternura ha suplicado por que aparezca un valor único con nombre o sin nombre, que contenga a la dicha, al Coraje, a la Libertad, y junto con ellas el Amor de unos a otros, el Amor por este “recalentado Planeta”… Que todo sea a la vez continente y contenido, todo en equilibrio, así lo desea esa mujer bella y coja cuyo nombre es “Lustitia”.

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