Cuando Claudia regresó a su casa, tras la guardia de doce horas efectuada en aquella clínica de Avellaneda, aún conservaba el asombro que le había causado la llegada al nosocomio, de un paciente con un cuadro extremadamente inusual y por demás raro, al cual ni siquiera pudieron diagnosticar para su tratamiento. El muchacho, de unos veinticinco años había dejado de hablar, y daba toda la sensación de no escuchar, o al menos de no entender nada de lo que se le hablaba, pareciendo que su mente estuviera completamente en blanco, manteniéndose completamente inmóvil, ya que parecía haber olvidado que podía moverse. Más allá de todo lo descrito, su semblante era absolutamente normal. Tras varios análisis realizados, incluida una tomografía computada, se detectó que no padecía de ningún problema orgánico ni fisiológico, que su cuerpo estaba totalmente sano, pero el problema seguía persistiendo. Claudia en sus ocho años de médico neurólogo, nunca se había topado con algo así, y mucho menos, esto entraba dentro de los conceptos, que ella había adquirido durante sus estudios, que por otro lado continuaban, ya que no dejaba de actualizarse, asistiendo a cursos y seminarios.

Como en el colegio a Juan Pablo le iba sumamente bien, llegando a ser uno de los mejores alumnos de su curso, sin realizar demasiados esfuerzos, sus padres no podían impedirle que pase muchas horas frente al ordenador, que ellos mismos le habían regalado para el fin de año que había pasado, como premio por su desempeño como estudiante. El había sido un niño precoz, con un grado de inteligencia poco común, y llegado a la adolescencia, se había vuelto bastante introvertido, y muy poco sociable. Es así que poco a poco se fue convirtiendo en un estudioso implacable de la informática, particularmente de todo lo que fuera software. Constantemente bajaba programas de Internet que los ponía a prueba, mejorando el rendimiento del PC que cada vez era más rápido, y con una considerable protección a los virus. Comprimía, editaba y subía archivos a la red, y hasta había logrado construir algunos warez. En los últimos días Juan Pablo se había embarcado en una tarea que lo abstraía completamente, pasando frente a la pantalla, mucho más horas de las frecuentes. Daba la impresión de que cada vez estaba más cerca del objetivo que se había dado.

Habían pasado unos veinte días de aquel hecho en la clínica, cuando Claudia se enteró por un noticiero internacional de la TV por cable, que en una pequeña ciudad de Dinamarca, una chica de veinte años había llegado al servicio del Hospital debido a un extraño cuadro, que por la descripción que daban los medios, no era muy distinto del caso que le había tocado asistir a ella. A pesar de no haber desechado lo acontecido en la clínica de Avellaneda, la noticia que estaba viendo, le reactualizó su preocupación, más que nada debido a la presencia de algo a lo cual su entendimiento no llegaba.

Hacía casi un mes, que Juan Pablo había concluido con su ardua tarea informática, y en los últimos días se dio la labor de hacer un programa para rastrear los efectos producidos por su descubrimiento, un virus share habitante de algunas páginas WEB, que penetrando por las retinas, lograba formatear al cerebro humano.