bésale la poesía, bésale las piernas, bésale las palabras
Jorge Boccanera



Las palabras, las palabras, sueltas, amarradas, redondas, planas, acostadas o erguidas sobre la página, atormentan, revolotean, calman, dan la luz sobre la testa, la cabeza, el faro, la cúpula de las ideas vanas, rebuscadas, atrapadas en la voz, el canto, el llanto, el balbuceo inhóspito de una rana que salta al universo, el grito desquiciado al filo de una noche en la barranca.

Las palabras, tus palabras, mis palabras, en el frágil equilibrio de las letras enlazadas, se pasean en la cara de la luna, por sus ojos y sus trenzas, por sus labios lastimados, sin esperanza. Las palabras de tarde naranja, rojas como sangre derramada, equilibradas, de pronto se desbocan en el verde bosque de pinos en lo alto de su pecho, en la suave tormenta de una mirada con ella cruzada.

Las palabras son rizos de poesía en el arco de tus piernas, emblemas de amor con espadas cruzadas en el carmesí profundo de tu sexo, plata sorteada en el lunar sitiado en el borde alto de tus senos, en el amor interminable de una noche enredado en el tronco de tu cuerpo. Las palabras no sobran, faltan las palabras, muestran su candor (insuficiente para decirte lo que siento) al pronunciarlas: las palabras todas, todas, se juntan, congestionan, atoran, se revientan en dos sagradas ramas: te amo.