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El Marqués
prosa [ ]

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por [Mad Lady ]

2007-03-28  |     | 




Se miró al espejo, sus rubios cabellos no tenían ese brillo de antaño. Se acordó de Diego; quería hacerle daño, vengarse de alguna manera. Los hombres que ella tuvo generalmente vivían al margen de la ley, si no consumían drogas era un milagro... Pero Laura amaba eso, la adrenalina que te causa el miedo, y todo eso... La autodestrucción, el dolor, el peligro... En Lima sol hay un club de sadomasoquismo... funciona clandestinamente, especial para gente pervertida que sueña cosas arrastradas.

Hay que ir recomendado por otro socio, ser muy generoso y discreto. Se llama “El Marqués de Sade” y hay que ser muy generoso para entrar y muy valiente. Su viejo amigo Mario la llevó no sin advertirle que guardara el mayor secreto. Mario se estacionó en la puerta de un portón alto y ancho inmenso de madera ancha y tallada. Laura pensó en el roble. Miró el profundo escote de ella y le abrió el sostén, lamiendo y dando breves mordiscos a los pezones de ella, codiciosamente complacido pues ella estaba tan dispuesta, tan cínicamente entregada... Senos inmensos, blancos y la boca de él, lujuriosa, hambrienta, sedienta, insaciable. Ella estaba tan drogada y los inmensos tragos que había tomado la nivelaron de la sensación tan speed de la cocaína. El auto servía de alcoba.

Él Marqués de Sade queda en el circuito de playas en la costa verde; era de noche, no muy tarde aun y las olas se confundían con el auto de Mario pues era oscuro; su boca bajó hasta el sexo de ella y le empezó a succionar y lamer toda esa parte. las piernas de Laura estaban totalmente abiertas y luego de un largo rato Mario musitó unas frases y luego continuo con lo mismo. “Esta lengua hace maravillas querida perrita”. Ella nunca había tenido relaciones con Mario, y cuando él se bajó la bragueta vio un falo inmenso, en su máxima pureza. La penetró brutalmente por atrás, mientras le tapaba la boca. El dolor fue inmenso y la traspasó hasta los intestinos. Nunca había visto un miembro tan grande en su vida. Penetración anal solamente usó con ella y duró más de cuarenta minutos. Se despidió de ella no sin antes darle una mirada extraña, con algo de tristeza.
Aquí te dejo donde querías, esto fue un principio del dolor que amas, disfruta la noche.

Él y su auto se perdieron por las pistas del circuito de playas y Laura se quedó parada, dolorida...Se sintió purificada con el sufrimiento. Llevaba encima unos 500 dólares, suspiró y vio también su polvo adorado... aspiró fuertemente por las fosas de su espigada nariz, sintió como el corazón le latía velocísimo y de pronto le entró miedo y quiso irse pero ya la puerta estaba abierta; el que le abrió parecía un guardia de algún penal, era un mulato inmenso vestido con uniforme negro. El señor Mario Tramontana me recomendó este sitio, vino conmigo y... Iba a seguir hablando pero el mulato la agarró como a una muñeca, la alzó en el aire y la metió en vilo.

Se vio de pronto en un salón grande con alfombras rojas, había gente de ambos sexos en las más absurdas posiciones y los actos más irreales que ella antes nunca vio. Había una mujer como de treinta años que era azotada con un látigo por un joven de unos 19 con rasgos femeninos. Ella estaba desnuda y era rechoncha, deformes sus piernas... Su espalda nalgas estaban marcadas por los azotes y la piel parecía a punto de reventar. Después había otra pareja. El hombre estaba encadenado por el cuello como los perros y llevaba una careta siniestra. Sus manos, esposadas, pintadas de negro, las uñas...La mujer llevaba un pene postizo y una correa sujetaba el aparato por la cintura. Laura solo alcanzó a mirar como la mujer quemaba con un cigarro la piel del hombre... Y los gritos...
La música era enloquecedora rock pesado, heavy metal, música peligrosa...ahora oía a Black Sabatt. manos que le alcanzaban vasos de vino de whisky, rostros feos, bonitos, de todas las razas, Ahí el club no había tenido escrúpulos con eso del racismo en el país como sucede en cualquier club normal...
“El Perú es mi país, y todos son mi gente, los blancos, los chinos los cholos, los indios”... Se dio cuenta que hablaba sola y a gritos... Todos la empezaron a mirar. y luego carcajadas, miles brotando al mismo tiempo; de pronto el salón empezó a girar. Laura caminó un poco y luego cayó al piso desmayada.

Al despertar estaba en un cuarto sin ventanas, oscuro, fétido y vio que estaba amarrada de pies y manos a una cama miserable, el colchón roto y maloliente manchado de putrefacciones. Sintió la música pero muy lejana... ahora sonaba Iron Maiden. Se vio pequeña insignificante menos que un puñado de arena. En la puerta apareció un anciano como de 70 años con una boina vasca tenia aspecto distinguido. Llevaba un vaso en la mano se acerco donde Laura y la hizo beber a la fuerza tomándola de los cabellos que quedaron atrapados en las manos del viejo, algunos tristes mechones...
Empezó a hablar, la voz del anciano era de falsete, absurda.

“Toda tu vida has hecho lo que has querido, nunca respetaste a nada ni a nadie, blasfemaste de Dios, tu reputación camina junto a tus zapatos baratos por los peores barrios de Lima. Vino un hombre te rescató del hoyo, te prometió matrimonio, te ensalzó y por una pelea, follas con el primer imbécil que encuentras y de que manera. Luego vienes acá, pero ya quiere amanecer, los sonidos de la vida se empiezan a sentir”.

Ya la borrachera y el efecto de las drogas se le había pasado. Había despertado y tuvo esa sensación de angustia que precede lo fatal. Ya no lloró. Sus lágrimas cesaron bruscamente, empezó a sentir un dolor horrible en el estómago y se acordó de lo que le diera el anciano. Me han envenenado. Pensó. El dolor aumentó doblándola en dos.
Entonces apareció por la puerta Diego, su amor, su amado... Él la rescataría... Amor aulló, sácame de aquí, vine a este sitio por un amigo nuestro, te acuerdas de Mario Tramontana... De pronto se calló. Diego estaba pálido, parecía un cadáver, había envejecido 10 años en horas. Se sorprendió y luego Laura gritó con toda su fuerza. Sácame de aquí mi amor, vine a este sitio buscando mirar cosa raras pero me quieren hacer daño estos malditos... Pero Diego gritó más alto que ella diciendo:

“Íbamos a casarnos y en la primera peleas me haces esto.. Tu traición es imperdonable... ibas ser mi esposa”. Ella trató de decir algo, pero el veneno se lo impidió. Las palabras no brotaron de su boca y él siguió hablando “Eras para mí, y ahora eres el asco que fuiste antes... siempre te tuve vigilada, pues nunca confié mucho en ti”. Se calló de pronto pues ya estaba hablando con un cadáver.

Pasaron unos días y el mar echó a la orilla el cuerpo de una mujer como de treinta años, llevaba un vestido verde y todos vieron que había sido bella. El cuerpo ya estaba azulado, hinchado y sus ojos abiertos parecían preguntar cosas. Nadie reclamó el cadáver ni realizaron autopsia alguna, la investigación quedó en el aire. Recuerden que pasó en Perú.


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