La teoría desborda el juicio sintético
razón práctica envuelta en debate,
por un imperativo que trasciende fronteras
allí grita la máxima de la voluntad
estrellándose con la ética que va ascendiendo;
el conocimiento se funde en aquel análisis
que interroga a la noche sin ningún rubor.

Kant nunca salía de su ámbito
absorto exploraba cada hendidura metafísica,
filosofía atada con un cordón litoral
revoloteando en el círculo del golfo;
la albufera cierra las válvulas de aquel crepúsculo
y las marismas tachonaban cirros incrustados en el
ámbar
metódico arranca la raíz del ocaso
borrando el ápice entre paseos vespertinos,
una ecuación planteada por el vértice
que traspasa el centro de su urbe;
lo obliga a buscar un séptimo puente
descubriendo el ángulo oculto en la niebla.

Nostálgico se aferra a la tierra natal
embriagado por el sopor que transpira el Báltico,
desecha el mármol
y prefiere bronce para cincelar axiomas
que deleitan a la solitaria golondrina.

Kant utiliza su cincel como decodificador
limpiando las imágenes en el tiempo,
hasta aclarar la visión de un poeta.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia