En el túnel excavado cerca de Ginebra
un artilugio de la ciencia,
representa la colisión originada en la aurora del universo
colisionador que pretende atrapar la partícula divina;
extrayendo exótico zumo de los laberintos
donde el ajenjo se confunde con las bayas del enebro.

El bosón de Higgs juega al escondite
los átomos de la materia guardan su secreto,
esta misión tiene como objetivo la captura
para obligarlo a cantar esa sabiduría
almacenada desde el primigenio albor;
sección áurea que guarda el arquetipo
y las columnas de la creación;
al mismo tiempo corre un velo
y oculta su origen.

Con la precisión de Guillermo Tell
el dardo debe atravesar la manzana,
develando las intimidades del núcleo;
un viaje que atraviesa el gozne concéntrico
sin temor del agujero negro,
profundizando hasta los suburbios sellados con misterio
más allá del vacío cuántico.

Y como estamos viviendo en la Era Atómica
el tiempo también es relativo,
y los días corren acortados...
los amaneceres se confunden con el ocaso
produciendo una disfunción magnética;
óxido que derrite el reloj dalidiano
el choque de los positrones,
impulsa a la molécula desde el valle hasta la cima
y la órbita de las partículas abandona su encanto
envuelta en un giro extraño.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia