El ascenso empuja al brazalete de capitán
y se allana el camino hacia la cumbre,
asciende aferrándose a una baranda salvítica;
bastón de alpinista que sostiene los herrajes invictos
ascendiendo desde las antípodas de la zaga.

Al contemplar su juego pletórico de destreza
el filósofo Heidegger decía que era preciso verlo jugar,
en un partido dirigido por el árbitro Confucio;
los ágiles pensadores moverían la esférica:
Hegel toca para Sócrates y luego Descartes la escurre suave,
Jaspers acariciando el número 7 envía un centro que Aristóteles complementa
y Wittgenstein asesta un cabezazo en el área,
que sella el vínculo épico del fútbol con la filosofía.

La semifinal de México 70
siempre será recordada como el partido del siglo,
llevando el brazo en cabestrillo
realiza una faena digna de la Ilíada;
las itálicas huestes se ven obligadas a jugar hasta la prórroga
y entre los estandartes que proclamaban un nuevo líder
Arminio detenía una vez más al centurión.

Líbero que en una final memorable
también detuvo a la naranja mecánica,
desde la zaga el imán arrastraba los émbolos hasta la portería
dinámica intrépida destinada a movilizar la defensa;
desde atrás se alcanzaba el límite de esa cumbre
rebasando el ápice de su jugada.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia