Ser colombiano es escalar la cima de un torreón
olvidando el trance de sonámbulo,
ser colombiano es desechar el complejo de la cocaína
mostrando sin rubor el pasaporte en cualquier aeropuerto del mundo,
hay tanta superchería entre el tintero
desde el tráfico bélico de Joseph Conrad;
quien ejecutaba sus trapecerías en el Mediterráneo
con el vaivén de la capa y de la espada,
y una vez apareció por sorpresa su bergantín
atracando en la bahía de Santa Marta...
Hasta el diluvio desatado en el bogotazo
que tanto perturbaba a la generación de nuestros mayores,
sentenciado por la célebre frase de Darío Echandía
que tanto evocaba mi padre:
¿el poder para qué?
ser colombiano es navegar sin piloto automático
deseando encontrar un giróscopo,
para establecer la línea de referencia vertical...
Ser colombiano es sentirse orgulloso del colibrí que besa la orquídea
olvidando que Mambrú llegó para hacer una guerra perpetua,
ser colombiano es cruzar un triángulo tormentoso
sin la ayuda de la brújula magnética;
ser colombiano es dormirse sobre las fresas
ignorando el tropel de un puerto marsellés,
ser colombiano es descender desde la cima del torreón
haciendo caso omiso del molinete aerodinámico
desechando también al paracaídas...

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia