Dentro del espacio de posible estado de cosas
aunque éste aparezca vacío,
la cosa no puede representarse sin el espacio.
El bosque druídico es un espacio insólito
plagado de mitología celta,
hacer acrobacias sobre este espacio a través de tácticas de faquir
es ignorar por completo aquel espacio.
Fui mecánico de avión
conozco sus engranajes íntimos,
las náuseas y el vómito que produce la altura
también la fatiga del metal
aquí el objeto espacial sin posibilidad de conexión con otros,
si representa el objeto en la trama del estado de cosas
no puede representarlo fuera de esa trama,
parecería algo así como un azar
que la cosa nacida por generación espontánea;
le correspondiera posteriormente un estado de cosas.
Los cúmulos se amontonan allá arriba
sin posibilidad de arrojar lluvia fértil sobre ese bosque,
los cirros vagan pesarosos sin posibilidad de iluminar el crepúsculo
los estratos quedan atascados en esa atmósfera;
y el bosque continúa sesgado lejos del regadío.
Nubes de lenguaje
nubes de lenguaje sueltas sin logro de producir tormenta
aquí el huracán no estalla con furor,
al descubrir a Tolstoy en un anaquel
ubicado en la esquina del pueblo quimérico
que evocaba a Macondo;
aprendí que Oberón y Titania corriendo sobre un círculo de hongos
eran unos mocosos descarados,
y la brujería de Macbeth enraizada en la posesión del Rey Lear
no era más que un auténtico enredo infantil.
Esto lo vislumbraba de noche cuando manejaba un reflector
en la cuenca del poético Vístula,
y más tarde cuando fui anacoreta en un fiordo
la soledad me dio autoridad para rebatir aquellos nubarrones
que mi reflector descubría iluminando la oscuridad...
El sueño dominaba mis pupilas
esperando de esos nubarrones un refrescante chubasco,
la sombrilla roja adaptada sobre mi cabeza
se quedó sin oficio,
y únicamente el fiordo solitario despertaba rumores.
El sueño de una noche de verano
busca un espacio cromático,
y sus complejos quieren descomponerse en un enunciado
matizando las partes integrantes.
Pero aquí el prosaísmo impide desplegar el color
y las tormentas del espíritu enturbian los tonos claros,
y como usted estaba mamando gallo al escribir ese sueño
yo le aconsejaría el espacio de Macondo
donde un estío eterno envuelve al color violeta,
evitando su descomposición en ráfagas de añil.
La música vallenata combina la mejor paleta
y con pincel armónico matiza las parrandas en Valledupar,
es el objeto espacial que rompe el espacio infinito
como el lamento a medianoche del yodel tirolés...
Un débil ratel persigue al león que huye del lugar argumental
y va en busca de una base cuadrangular,
torreta cuádruple
donde acampa el búho para esperar la sonrisa del alba
el lenguaje no puede atiborrarse de nubes
el objeto es simple,
y en el tercer milenio su simpleza se torna sintética
como un cuadro cinegético pintado con un báculo,
bájese de esa nube
y si la vida es historia narrada por idiotas;
un acto idiota es elevarse olvidando la pista de aterrizaje
tornando difícil el ascenso a la cúspide de la pirámide,
hay que saber dibujar la forma fija del mundo
la configuración de los objetos plasmada sobre lienzo preparado;
pinceladas uniformes buscando el tono ideal
que un acordeón de botones
configura como la realidad total que es nuestro mundo.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia