Polonia le ofrece un lienzo de blancura purísima
y una camelia salvada del ámbito carmesí,
la pluma mártir se entretenía dibujando pájaros de encanto;
láminas de colores semejantes a los del papagayo
perseguía el vuelo de una grulla,
buscando el verano de la noche sombría;
arriba de las cornisas dormitaban los pinceles
y el dibujo respondía al interés del poeta;
cincelando el águila entre las flores
analogías de cóndores escapados del trópico
emigraban a un paisaje de primavera,
algún lobo de vez en cuando turbaba la plácida soledad
pero la algarabía de las aves,
era constante en el ritmo
y los trinos estremecían al desván.
Aquí no era necesario llamar a una bacante
para espantar a los pájaros con danzas frenéticas,
ellos se sostenían nada más con el color;
y la camelia se tornaba en flor móvil
agitando tonos inverosímiles,
donde sólo se distinguen con claridad
el blanco y el rojo.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia