Los límites del imperio cibernético
se entrecruzan entre los ríos donde la historia prende sus raíces,
esa pretérita corriente que fue testigo de secular transformación,
le infunde más fuerza a su marcha arrolladora.

Los límites del imperio cibernético
levantan empalizadas y torres de piedra,
moldeando la forma del limes
-fortín plagado de vigías que avizoran los caminos-
y así vigilan los bosques amigos de la lejanía
donde brilla reluciente la Telépolis;
allí gobiernan como emperadores de cartón
el celular, la televisión y el ciberespacio
obligando a la ficción patética
a convertirse en realidad virtual.

Como si un astrolabio mítico
guiara la singladura de un barco
bordado en una guayabera cubana.
Los límites del imperio cibernético
obligaron a la expansión de la Telépolis
pasando de forma discreta
a una disimulada contención.

Y en la parte posterior del cibernético cuartel
como la roja clepsidra
brillando en el vientre de la viuda negra,
se guarda la insignia de la era digital...
El santuario del estandarte
guardando el águila bicéfala,
resalta el maleficio de vivir
en esta época.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia