Sería conveniente que comenzara por ensalzar el muro de gorriones que aletea en mi cerebro, el bronceado que tienen, impecables, delirio. El torno que girando me atrapa, que me toca imaginando.
Esas plumas tiritando un toque leve entre las manos, ese aluvión de labios húmedos, esa presencia tostada, aquí, sobre mi instancia más querida en pleno día. Justamente eso, en pleno día.
Un ahogo delicioso, canción, un beso, perfume. Sobre la línea en la que estoy, bajo el sol
y la arena : nosotros. Caldea, bracea tanto aroma, tanta espera. ¡Por favor! Dejemos las introducciones, las imágenes como " desde donde viene el mar salpica la nube un hueco", o "desde donde ha quedado trenzado el humo, recorre la mano un abismo de quejidos". ¡Vayamos! pero vayamos como reptiles o como las águilas más intrépidas. Volemos, volemos los picos más altos de las montañas, sobre la nieve perenne.
Dejemos al mar lo que es del mar, al viento el viento, a las hojas las hojas y vayamos ¡por favor!
Acá en este lugar, en esta parte más pequeña donde cabe un soplo, donde huele un estrella federal su rojo, entre muslos que agitan su bandera, vivo grabando mis entrañas.
Dejemos hablar al fuego con el fuego, a la brasa con la brasa y quememos, quememos toda la leña en este prodigioso espacio, hoy viernes de tarde.
Dejemos hablar a las llamas que nos iluminan sobre la alfombra. A las palabras moviendo el cielo con lámparas gigantes, encendidas, hasta que pase la noche.


© Rada, Montevideo, 17/08/04, Uruguay. Revisitado 30/9/07.