"...Te cubría una lenta lluvia de hojas amarillas
que caían de los árboles desnudados,
por el viento, aquel viento otoñal,
el mismo que barría las nubes,
en ese poniente tierno de llamas moribundas..."
(Raul Toscano)


Sumergida en sus pensamientos, con las manos en los bolsillos camina por la gran avenida, hace frío, mucho frío, un frío que antes no notara, pues él siempre estaba a su lado; ahora sus pensamientos se han detenido, mira sin ver los jardines y las luces que se encienden ante sus ojos, una chispa detiene su mirada y un recuerdo la sacude, el lugar está vacío y su alma muy triste. No era soledad lo que sentía era una profunda orfandad, se deja caer pesadamente, acurrucada sostiene la cabeza entre las manos, aprieta sus sienes como queriendo no pensar...y es que hace tanto daño…un suspiro se escapa de su pecho y corren infinitas lágrimas por sus mejillas, quiere preguntarse y no halla la manera -¿Qué hice mal?- (había oscuridad total en su cerebro y su manos se crispaban arañando su rostro)

Corría el tiempo, las luces de la tarde se iban apagando, el frío aumentaba y ella con la miseria a cuestas continuaba con la cabeza pegada al arco de sus manos, los recuerdos martillaban en su cerebro estaba a un paso de la locura.

Era verbena, se desvanecían pintores y poetas, los pinceles en sus paletas mezclaban acuarelas de vino tinto y harina de maíz tostado y en sudarios de viento plasmaban las cornisas de sus ventanas y entre humedades de arcilla y humo de mulatas, dejaban correr por cada poro de su piel esa sensación eucarística de comunión y soledad.

Alzó su rostro y vio en cada fantasía de los jardines mil caras inexistentes, entre rojos y amarillees, achatados, que danzaban frente a sus pupilas iridiscentes como estalagmitas en sus cavernas, no había ya lágrimas, una risa sorda se profundizó en su vocablo, tomó de prisa la elongación de sus piernas y comenzó a danzar en aquel lugar como una gacela sobre el frío suelo.
Desnudó su cuerpo y en olanes y cintas desparramó su vientre moviendo sus anchas caderas de un lado a otro con la magia de un cisne, allí estaba él con los labios húmedos y un cigarro entre sus dedos, se acercó la tomó por la cintura tallando cada línea de su desnudez y entre bocanadas de humo y rojo añil se hizo polvo, en el espacio en blanco de una nube…cesó la música, se encogió el tiempo, se cerró la distancia y entre ecos de caña y aroma de café, su alma se dibujó en el cielo como un arco iris de papel.