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Reloj de mano
prosa [ ]

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por [Espartako ]

2007-01-31  |     | 



A partir de aquel año del nuevo siglo, los bebés comenzaron a nacer con esa distintiva mutación, que a la mayoría no dejaba de resultarle bastante agradable.
En la palma de la mano izquierda aparecieron unos pequeños números, que marcaban el paso del tiempo de la misma forma que un reloj, y esto ya indicaba que las antiguas máquinas pasarían a convertirse en deshechos, o simplemente ocupar algún sitio en los museos. Un solo movimiento, el de poner la palma frente a la visión nos señalaría la hora, incluso de una forma más cómoda que las pulseras.
Algunas de las cosas que preocupaban a los científicos de entonces, era la causa de aquel emergente, ya que por lo que se sabía hasta entonces, nadie se había propuesto realizar tamaña transformación. Algunos sostenían que esto era producto de la simple evolución, y que no había que dar tantas vueltas al respecto, mientras que para una minoría esto comenzó a resultar un gran problema, que iba a traer aparejado otros tantos nuevos.
Uno de ellos suponía fervientemente que esto estaba íntimamente ligado al software medico que se venía utilizando hacía ya más de una década. Mediante un ordenador y una conexión a escritorio remoto, era posible incidir directamente sobre la configuración físico química del cuerpo humano. Sentado frente a una pantalla era posible disminuir los altos niveles de colesterol, o producir ciertas reacciones que faciliten la osificación de huesos fracturados, o combatir las enfermedades infecciosas. También se había inventado un contador que instalado en la sangre, hacía una lectura muy precisa de las cantidades de glóbulos rojos, blancos y plaquetas. Obviamente que la entrada a dicho programa y mucho más a la configuración de los individuos estaba absolutamente mediatizada a través de una gran cantidad de atajos que hacían que no puedan entrar allí, más que determinados técnicos especializados, con ordenes muy precisas de los cuerpos médicos.
La suposición de este científico, que emparentaba la emergencia de los relojes en las manos, con la utilización del software, no resultaba para nada descabellada, ya que mediante este programa se podían ajustar los números del reloj humano a los husos horarios correspondientes, aunque de todas formas esto no implicaba que por ello, esto se convirtiera en principio de causalidad. Un obstáculo grande que encontraba él, para esta suposición, era principalmente, que si bien se podía acceder al cuerpo humano mediante esta técnica, esto era simplemente un hecho individual, mientras que los relojes habían aparecido en toda la especie. Incluso un etnólogo que había vuelto de hacer un trabajo de investigación en una comunidad tribal del África, afirmaba que allí también se había producido la mutación. Para haberse producido por causa del software, este tendría que haber actuado modificando al código genético universal.
Para el Doctor Pedro Woodward, todo esto resultaba una suposición que no podía fundamentar de ninguna forma posible, y todo ello aparentaba ser solamente una especie de certeza aseverada más en ciertas intuiciones que en pruebas científicas.

Cuento todo esto porque desde que nací llevo esos números que me indican el paso del tiempo, y me costó mucho imaginar como habría sido la humanidad antes de ello, y es posible que ni siquiera me haga una idea aproximada sobre como habría sido. El otro día cuando los números se detuvieron pude percatarme que mi vida había terminado, aunque alguien siga escribiendo esto desde algún ordenador empleando una conexión a escritorio remoto.

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