La Real Academia de la Lengua Española define la tolerancia como: “Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”. Esto quiere decir que debemos respetar a los otros, aunque no sean de mi equipo de pelota, de mi partido político, de mi religión, de mi artista favorito, de mi equipo de baloncesto… este es un valor esencial para que podamos convivir en paz con los compañeros de curso, con los hermanos en la familia y con los vecinos en el barrio.
En Mateo 13: 24-35 Jesús cuenta la parábola del trigo y la cizaña y dice así su palabra: “El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.
Jesucristo nos ha sembrado como buena semilla en el lugar que nos tocado vivir. El enemigo ha sembrado el mal para que no podamos vivir felices en amor, armonía y paz con los demás en la escuela, la familia y la comunidad.
Ante esta situación estamos llamados a tolerar en el amor de Dios a aquellos que no piensan ni actúan ni son igual que nosotros. La tolerancia te lleva a perdonar pequeños errores de los otros en procura de alcanzar la convivencia necesaria para que esta vida sea más llevadera. Dice Voltaire (filósofo francés): “Todos estamos llenos de debilidades y errores; perdonémonos recíprocamente nuestras tonterías: es ésta la primera ley de la Naturaleza”.
Una persona ofendida debe estar preparada mentalmente para escuchar expresiones tales como perdón, excúsame, lo siento, no fue mi intención… y un ofensor para decirlas sinceramente. Solo así podemos vivir y ser felices en medio de una sociedad cargada de acciones violentas. Hasta el mismo Jesús llegó a decir en la cruz “perdónalos Padre, porque no saben lo que hacen”.
Tomar la justicia por nuestras propias manos no es de seres humanos inteligentes. La sociedad ha creado mecanismos para reparar los daños a otros, para eso está la ley. Dice la expresión popular “hablando la gente se entiende y más vale prevenir que lamentar”. La misma Biblia dice en Romanos 12: 17-21 “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor… No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”.
Gandhi (político hindú) dice que “puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio”. Cicerón (filosofo romano) dice que: “Nada resulta más atractivo en un hombre que su cortesía, su paciencia y su tolerancia”.
Se tolerante con los demás para que ellos sean tolerantes contigo. Dice Confucio (filósofo chino) “Lo que no quieras que otros te hagan, no lo hagas a otros”. Nunca te propongas usar un arma para dañar a otros. Eso sería grave tanto para ti como para el otro u otra. El herido va directo al hospital o al cementerio, mientras tú irías a la cárcel y vivirías siempre con el temor de ser objeto de una venganza.
La Biblia en Mateo 5: 5-9 habla de las Bienaventuranzas que Jesucristo predicó como las cualidades necesarias para convivir correctamente aquí en la tierra y el premio que se dará a quienes posean dichas cualidades: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
No obstante, no debemos ser tolerantes con acciones intolerables, tales como: el maltrato verbal y físico a la mujer, las violaciones, el tráfico de drogas, la corrupción, el incesto, la explotación sexual, el abuso infantil… si esto te afecta directamente, no permitas que sea para siempre. Busca asesoría con personas honorables y entendidas en la materia para que te orienten sobre qué hacer para salir de ese mundo de injusticia y ser feliz como mereces.
Recuerda que la fe en Dios es una fortaleza para enfrentar las injusticias. Pon tu problema en manos del Señor y pídele su protección. Él dice en su palabra en Mateo 11:28 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Sigue el ejemplo de Jesucristo cuando él mismo dice “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”.