Encontrar la salida de este gris laberinto
sin pasión, ni pecado, ni locura, ni incesto,
tener en cada puerto un amante distinto,
no gritar ¿qué he hecho yo para merecer esto?

Yo quiero ser una chica Almodóvar – Joaquín Sabina

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Si le preguntaran no sabría la respuesta exacta, y es que nunca se dio cuenta cuando dejó de creer, simplemente pasó. En algún momento de su pasado algo había ocurrido, como si un huracán hubiera arrasado con la apreciación que tenía de ese concepto. Tan severo fue este, que sentía que ni su espíritu, ni mente albergaban la fecha exacta en que ese concepto predefinido se desató, y hoy por hoy, no encontraba la fuerza – o voluntad – necesaria para volver a sujetarlo.

Recelosa se decía a si misma que quizás nunca creyó y no se había dado cuenta, o quizás le acarició desapercibido. Lo que era innegable, es que el hechizo aún rondaba. Le llamaba así, a ese hormigueo, seguido de la cara de idiota que se le formaba de vez en cuando.

A esta fábrica de pensamientos ilimitados le aplacaba la idea – y realidad – de que por naturaleza el ser humano se encuentra en una inquebrantable pesquisa. Una firme búsqueda de todo. Que pasa entonces ¿cuando encuentra lo que busca? ¿Qué pasa si no es lo que se esperaba?, ¿Cómo se está seguro de que es eso? Más parecía que se aseguraba de no saber lo que busca, para tener esa excusa y seguir buscando. Laberinto total.

Reflexionando esto, se internaba en una confusión. Confusión.. confusión. Una palabra que encerraba una verdad terrible, y es que no hay nada más claro que un concepto confuso. Un tartamudeo sentimental, donde le era difícil precisar adecuadamente la situación, donde le era difícil cruzar al futuro para ver las secuelas de los hechos.

Mientras tanto conseguiría subsistir un tiempo así. Daría tiempo al tiempo - ¿más? – para volver a creer, y sobreviviría con amores de baratillo. Por ahora se desempeñaban bien.. y no tenía queja. Mientras aparecía lo propio – o se aseguraría de no encontrarlo y seguir buscando – estos amores desvalorizados.. estos amores de liquidación por cierre, le olían a amanecer y sonaban a mar.