Las ideas duraron tiempo almacenadas
presentaban aspecto de flanes coagulados,
una consistencia lànguida casi invariable
que se tornaba bastante pegajosa
dejando impàvidas a las musas.

En el baùl sin fondo de la confusiòn
emergìan las cartas de Voltaire a su sobrina
chamuscadas por un vapor ìgneo,
sudoroso
y el sabor salado de la charla obscena de Lou Salomè
crepitando a travès de las cavilaciones del asceta
asì sòlo por un instante desvìa la lìnea recta
que termina en Zaratustra.

Cuando tratè de sondear aquella distancia
mi bùsqueda se detuvo anonadada,
y de repente apareciò una musa lejana
que una noche no quiso contemplar su espalda en el espejo
segùn ella el perìmetro ampliado
por el reflejo ilusorio
no permitìa calcular brechas
y fàcil podrìa caer en un hoyo.

Pero como en el tròpico todo puede suceder
fue positivo hacer un cambio de frente,
para explorar las poèticas reconditeces
justo a la hora del almuerzo.

Volviendo la vista al tròpico
donde la mazamorra se vierte por hectolitros
por la abundancia del maìz
pensè en los aguaceros nocturnos
fieles imitadores del diluvio
como recepcionista en un hotel aprendì a vivir,
de algo sirvieron los cuatro años felices
dedicados a registrar incògnitas firmas,
mientras escribìa sonetos
aquello fue un atajo
ingeniosamente oportuno.

Allà se ve renacer mi esperanza un poco golpeada
todavìa busco en el zaguàn algo que dejè sin concluir,
y trato de enmendar cada noche de plenilunio.