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La amada de Esto (fragmentos)
prosa [ ]
Novela

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
por [Constantin Severin ]

2009-08-20  |     | 





Epígrafe:
En la escritura japonesa, el ideograma ‘’amor’’ representa un corazón envuelto en palabras.

I. Andante

1.
Abrí el picaporte de aquella puerta gigante del siglo XVII y vi el ojo de Victor Brauner dentro de un pequeño frasco lleno de formol, sostenido en la mano derecha por Artemisia de Guevara, la esotérica amiga de Ernesto Sabato. En aquel instante, tuve la clara sensación de que todos los sonidos de la ciudad habían desaparecido repentinamente y aun el alma del tango. No sé qué poderes invisibles nunca vistos provocaron este chocante encuentro, probablemente los años de mi juventud en Rumania, cuando descubrí, en los primeros meses del colegio, unas cuantas obras del artista rumano emigrado a París , en un libro que mi padre había recibido desde Inglaterra, “A Concise History of Modern Painting”, de Herbert Read. Desde aquel entonces, una buena parte de la historia de mi vida espiritual está vinculada con la obra de este enigmático pintor nacido en 1903 en Piatra Neamț. La otra parte consistente de mi identidad intelectual creo que en igual medida pertenece a Astor Piazzolla, el compositor que revolucionó el tango, y también a Ernesto Sabato y Jorge Luis Borges, y puede ser que no me encuentre en Buenos Aires, desde hace de tres décadas, por casualidad. Descubrí paulatinamente una verdad que, a lo mejor, la conocen sólamente los iniciados: si uno está invirtiendo, durante años seguidos, ardientes experiencias estéticas, añoranza y amor en ciertos creadores que le estremecen, finalmente llega uno inesperadamente, como llevado por arte de magia a su espacio originario.
A lo mejor, sólo las cualidades de periodista de Tin, como me gusta llamar a mi amigo Constantin Severin y en primer lugar, su insistencia como también los ruegos de nuestro amigo común, el conocido director de teatro Salvador Amore, me hicieron finalmente aceptar a que hilara esta historia que volvió a construir mi vida interior de manera sorprendentemente intensa y veloz, en aquel año – 1975 – que incluso hoy envía sus inflorescencias de vivencias hasta los más íntimos rincones de mi ser visible o invisible. Y no por último, escribo estas líneas para Esto, que también me rogaba entonces, en la época en la que nos conocimos, poner por escrito nuestra historia, porque creía que tengo talento para escribir.
Basta con decirles que yo soy María Rustin, la que fue amada por Ernesto Sabato; casi todos los periódicos de Buenos Aires escribieron sobre el extraño acontecimiento que provocó nuestra ruptura. Hasta ese infausto momento, nuestra relación era conocida sólo por algunos amigos y amigas de confianza del gran escritor y nunca había brillado en las candilejas. Y todo lo que se escribió entonces dejó en ridículo una milagrosa historia de amor, por lo que sufrí mucho y luego preferí el silencio y el retiro discreto. Cuando conocí a Ernesto (lo arrullaba como Esto), yo me acercaba a los 36 años, era profesora de física en la universidad de Buenos Aires y estaba casada con el físico británico Daniel Rustin, tenía una hija de 9 años y, a pesar de todo esto, mi vida había sido un inmenso ramo de desencuentros...
Todo empezó el día 3 de marzo de 1975; una amiga de la embajada de la Republica Socialista de Rumania en Buenos Aires me invitó por teléfono a acudir a un encuentro con un famoso director rumano de cine, Liviu Ciulei, en la sala de la Alliance Francaise. Teníamos delante de nosotros un verdadero Prospero, con ojos cálidos y escudriñadores, su cara con ángulos de piedras megalíticas emanaba una tranquilidad llena del murmullo del pensamiento. Llevaba camiseta y pantalones de color negro, y calzaba unos zapatos ligeros, unos mocasines. Frágil, discreto y modesto, Liviu Ciulei acababa de llegar desde el Colegio “Julliard” de Nueva York, donde era profesor, para hablarnos sobre las nuevas tendencias del teatro contemporáneo. No recuerdo muy bien quién fue el profesor de la Academia de Arte Teatral de Buenos Aires que lo presentó, pero sé que a su lado se encontraba un joven de hermoso semblante, Salvador Amore, en aquel entonces estudiante en el Instituto de Teatro y Cine de Bucarest y supervisor de las traducciones hechas por Darie Novaceanu de la prosa de Esto. Ciulei hablaba despacio, y el tono agradable e íntimo de su voz contrastaba con la mirada vibrante, que parecía cargada de las preguntas de una ensoñadora inquietud. Con tres pensamientos, todo logra elevarse en la arena llena de seres ilusorios. Me encuentro en la segunda fila y, de repente, mi mirada se cruza con la de un hombre de unos 62 años, de la primera fila, que se parece muchísimo al invitado. Es el célebre escritor Ernesto Sabato. Lo reconozco de inmediato por sus fotos en libros y periódicos, pero también por unos cuantos programas de televisión que había seguido con la respiración entrecortada, siendo él uno de mis escritores más queridos. Los dos podrían ser considerados como muestra del prototipo de hombre de los Balcanes, según mi opinión, con sus rostros esculpidos donde se enlazan íntimamente líneas herméticas, de esfinge, con las líneas resplandecientes, acompasadas y abiertas hacia el mundo de los danzantes “calusarii” de Oltenia o de los famosos guerrilleros albaneses. Hasta sus gafas, con muchas dioptrías y marcos gruesos, negros, son idénticas. La diferencia consiste en el bigote gordo y áspero de Esto.
A mi lado, están sentados en las butacas amarillas algunos estudiantes de teatro, esperando impacientes el diálogo con el maestro. “Hagan lo que es lo más difícil, es decir sean ustedes mismos”, nos invita Ciulei a participar en la charla. Nos vuelve a recordar que el modo de hablar natural estuvo muy de moda en el teatro inmediatamente después de la segunda guerra mundial y luego se refiere a los tres tipos de voces que usan los actores, del pecho, de la garganta y de la cabeza y sobre la técnica de proyectar la voz, “voice projection” en la terminología anglosajona. “En Alemania, después de la guerra, un gran director, Fritz Kortner, que marcó, en los años ´50-´60, la puesta en escena alemana, fue el promotor de la re-teatralización del habla.” Reconoce que, en la actual escuela de teatro, existe la tendencia de llegar a un nivel de histeria, a través de gritos que alternan a veces con el susurro. La mirada de Sabato, se volvió hacia mi y llegó a ser un grito mudo, que parece que lo estoy escuchando como corre por mis venas en una inquietud ardiente de futuro, como si el tiempo fuese dandelion, ramificado y volátil, acompasado por los latidos de dos corazones atados por palabras de fuego. Siento la necesidad de decirle que no me mire así, seguramente no soy uno de los personajes de sus novelas, pero al mismo tiempo estoy empezando a percibir, cada vez más intensamente, que el sentido de nuestra historia se está orientando, aun antes de haber empezado de verdad, hacia lo inconsciente, hacia lo vago y misterioso, hacia lo oscuro. Una historia de amor como una escritura semítica, desde la derecha (lo consciente) hacia la izquierda (lo inconsciente) y puede ser que desde allí empezase a surgir una energía desencadenada...
Pasaron más de 30 años desde entonces y soy consciente de algunos de ustedes percibirán esta descripción de mis estados interiores con una irónica sonrisa, mas yo prefiero guardarme con exactitud el tono de mis palabras y de mis vivencias de aquel entonces, que son parte no sólo de mi pasado sino también de mi presente y de mi futuro, un sello de sensibilidad retro que estoy asumiendo, a pesar de todo. El arquetipo de mi sensibilidad es el tango, un pensamiento triste que se baila, y ustedes, a lo mejor, lo excluyeron hace tiempo de su mundo… Para la gente de la generación de Esto, el tango era aún su patria interior, donde nacían, amaban, se aislaban y morían: Yo quiero morir conmigo,/ sin confesión y sin Dios, / crucificao en mis penas / como abrazao a un rencor. ¿Saben qué me decía mi amado? Nuestra alma está habitada, sólo en parte, por nosotros mismos. El resto está ocupado por entes que están muy por encima de nosotros. Bueno, yo siento, de manera orgánica, que mi alma está habitada, en primer lugar, por el tango y lo mismo piensan Piazzolla, Borges y otros amigos de mi generación. Un tango noble, como “Caminito” o “Sur” le cuenta al corazón y mas aún al pensamiento, cosas mucho más profundas que un libro de metafísica.
Creo que la mayor meta del teatro es el de aislamiento. Yo me dirijo a una comunidad y, sin embargo, busco aislar al espectador, obligarlo a confrontarse consigo mismo, preguntarse en qué relación se encuentra con respecto al mundo. Hay aquí un proceso para llegar hasta la consciencia. Es la única razón que justifica, de alguna forma, mi existencia dentro de esta profesión. Las palabras de Ciulei tienen un efecto casi hipnótico en el público (reconozco a mi derecha al joven poeta brasileiro, Luciano Maia, que en una de las noches anteriores apareció en la televisión, en el canal TV Cultural), y Esto se levanta y dice, transfigurado por la emoción: ¡Terrible ars poetica, señor Ciulei, al nivel de lo más valioso de la gente del teatro de hoy! Estaba pensando precisamente lo mismo sobre el papel del tango y de la prosa que escribí, pero me parece que nunca logré expresar, tan exacto y verdadero, lo que sentía con todo mi ser.
A diferencia del cine, hay un momento, en el teatro, cuando el silencio empieza a trabajar, a vibrar. A veces, los espectadores salen como después de una comunión. Una vez, en un estreno, me pasó algo muy emocionante. El público, simplemente, no quiso dejar la sala después del espectáculo. Hubo un simposio ad hoc con los presentes. Al salir, sus miradas estaban volcadas hacia los adentros.
El encuentro de dos horas con Liviu Ciulei valió tanto como un Libro y se había enterrado cuidadosamente dentro del corazón. Su profesión de fe era desconcertante y, al final, sus palabras-autorretrato evocaban a uno de los grandes artistas del mundo: De algún modo, me siento culpable por haber hecho un teatro más bien vanguardista, aunque no expresamente moderno, con efectos que, al ser tradicionales, llegaron, con el tiempo, a transformarse en defectos. Sin embargo pensé a veces que, quizás también por mi culpa, los jóvenes quieren algo más de lo que hay en el texto y por ello me siento culpable.
Mi amiga de la embajada, Aida, me llama finalmente a tomar un café junto a los invitados y a Esto, y llegamos de esta manera a intercambiar tarjetas y algunas palabras, y el halo de este significativo encuentro iba a latir en mi cerebro durante días… Ernesto Sabato me avisa que dentro de cinco días, el 8 de marzo, va a tener lugar la inauguración de su exposición de arte, Flores en libertad, en el Centro Cultural Recoleta - apenas llegada a Argentina me enteré que su segunda gran pasión era la pintura, y que, después de haber terminado de escribir su tercera novela “Abaddón el exterminador”, se dedicó exclusivamente a la pintura - y yo le propuse que la Asociación de los Hombres de Ciencia, de la que soy socia, apoye este evento.

2.
Me confesó posteriormente que tuvo una premonición mientras se dirigia, en aquella tarde del 3 de marzo, hacia la sala de Alliance Francaise, con el propósito de prestar un libro. No sabía nada del encuentro con Liviu Ciulei, pero, pasando por el parque, justo en el momento en el que había llegado delante de la estatua de Ceres, de repente en su memoria irrumpieron imágenes de su visita a Bucarest, en 1962.
Recordaba incluso que Darie Novaceanu le había presentado entonces a una estudiante de español que había leido sus novelas publicadas, El Túnel y Sobre héroes y tumbas, volviéndose una ardiente admiradora de su obra, que tenía que analizar para su tesis de grado. Era Ioana, la hermana menor de mi madre. Me había hablado un sinfín de veces de este encuentro que la había marcado por mucho tiempo. Les diré una cosa más, que la gente superficial, cuyo único interes es la satisfacción material, nunca lo sabrá: una historia de amor predestinado a menudo está salpicada de coincidencias significativas y de mágicos acontecimientos. Uno observa sorpredentemente cómo todo a su alrededor se entrelaza, cómo eventos, que no tienen aparentemente ningún vínculo, llegan a estar en consonancia, y que todo el universo parece que está conspirando, para regalar vivencias que hasta entonces uno no imaginaba que fuesen posibles. Y una cosa más: antes de conocer a Esto, estaba como dividida, me sentía un objeto, y aun para mi familia yo no era más que una máquina perfecta para hacer dinero...
Mientras duró nuestra historia, los faxes de su casa y de mi oficina se enrojecían por tanto uso y nos enviábamos mensajes hasta 4 – 5 veces al día. Sus cartas solían ser más cortas, dado que diariamente tenía que resolver una inmensa correspondencia nacional e internacional, un verdadero calvario del que la gente famosa no puede escaparse. Aquellas hojas, que cada día nos encendían las almas, las estoy guardando con devoción, aun ahora, amarillentas por el paso del tiempo y sólo las primeras 3 o 4, no sé cómo, se perdieron...

Spanish version by Anca Nițulescu, Madrid.


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