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Mala Digestión
prosa [ ]

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por [Stallion ]

2007-01-19  |     | 



Raúl Leiva descansaba en su habitación del complejo de viviendas Nuevo Amanecer donde se mudó con su esposa Carolina el pasado otoño; tuvieron que hipotecar su casa en las afueras de la ciudad, ya que la enfermedad de su mujer, según los expertos galenos: Mal del Colon Fecalómico Crónico era una calamidad muy cara; es decir casi un lujo y aparte él había perdido sus inversiones debido a la caída de la bolsa de valores. Recordaba entre sueños cuando conoció a Carolina hace tantos años ella era muy delgada y ágil; ahora se encontraba postrada obesa y nauseabunda; maldijo a Dios por la crueldad de las plagas que azotan a la humanidad. El calor intenso y el ruido del vecindario en especial el ladrido de los perros lo sacaban de sus pensamientos y lo volvían a la realidad; había ido perdiendo poco a poco ese nivel de vida, ese status que siempre conoció, lujos que enaltecían su frivolidad, pero que lo hacían sentirse alguien real en este mundo. Había dejado atrás la independencia; ahora entre esas cuatro paredes soportaba su sudor, el ruido compulsivo del estómago de Carolina lo despertaba; antes en un tiempo que ya no recordaba a plenitud había gozado de todas las libertades del mundo, también debido a las características angustiosas de la enfermedad cada uno dormía en su propia habitación y hasta existía Dorotea y Magdalena dos enfermeras sumamente caritativas que cuidaban fielmente a su mujer; ahora le tocaba a el solo soportar ese tumultuoso barullo y aspirar las emanaciones nauseabundas estoicamente. La noche siguió su curso, Raúl escucho atentamente el trajín sexual del departamento contiguo; los tabiques contraplacados permitían oír claramente ese festín sexual con sus altas y disonantes, el olor se filtraba, los gemidos llegaron a excitarlo, pero el solo veía a su alrededor obesidad entremezclada con miasma. Se levantó presuroso a la cocina por un poco de agua, la sequedad no lo dejaba pensar con claridad; prendió una vela, ya que el servicio eléctrico se había vuelto un lujo para él ¿Por que no podía ser como los demás? ¿Acaso por esa mujer y su putrefacción en vida? Tuvo en cuenta cuando el eminente gastroenterólogo Calienes le advirtió de las consecuencias de este mal; de cómo al cerrarse los intestinos de una forma drástica estos producirían una acumulación exagerada de heces y por consecuente el estómago se hincharía hasta quintuplicar su tamaño y las nauseas y dolores serían atroces; él ya conocía esto. Rebanó un pan, lo untó suavemente con mantequilla se lo puso en la boca y se preguntó si la vida valía realmente demasiado. Regresó a la habitación, los gemidos continuaban, eran demasiado sugestivos, cerró los ojos e imaginó a su vecina, esa chica trigueña perlada de caderas anchas y cortas minifaldas y se vio a sí mismo suplantando al marido o enamorado de turno; destapó a su mujer y decidió complacerse, era algo que él merecía; el estómago de ella se revolvía mientras él la penetró, ella ni se inmutó, seguía durmiendo atrapada quizás por algún sueño recurrente o inducida por los fármacos; Raúl terminó tan rápido como empezó, su herramienta de faena no soportaba esa pudibundez, ni ese acto que de alguna manera le parecía postizo, fuera de sí mismo. Se sentó a contemplar la escena, ya no habían ruidos solo quedaban las formas ahora asimétricas de la habitación y de sus ocupantes; de pronto Carolina profirió un gemido corto pero profundo y su boca se comenzó a mover como tratando de decirle algo, pero él no alcanzó a descifrar ese movimiento repetitivo de labios, que en otro tiempo ahora lejano fueron suyos.

Raúl se levantó temprano, tenía que salir a trabajar en su nuevo oficio como taxista, iba a recorrer la ciudad, manosearla, aspirar sus humos negros solo por dinero; Carolina aún dormía, así que le dejó las pastillas en la mesa de noche y la escudilla de bronce al pie de la cama para que recibiera abruptamente su vómito. La mañana era mas que provechosa, en un sábado como ese mucha, gente abarrotaba los mercados y ferias y él muy paciente los ayudaba a subir sus compras al vehículo y los conducía a sus hogares; a las dos de la tarde se encontró con Tito, un colega, estacionaron en un parque y se bajaron a tomar un poco de aire fresco y conversar un poco; Tito era un tipo moreno que seguramente en otra época trabajó como él, en otra cosa y en otro lugar; a Raúl la conversación no le interesaba, se limitaba a oírlo a medias y a responderle de forma automática, sus ojos estaban clavados en la gente y en la forma de expresión corporal de cada individuo, se fijaba en los detalles mas peculiares, en los gestos, las miradas, las formas; vio de pronto un grupo de niños y niñas jugando e imaginó como esos capullos serían flores aromáticas y árboles agrestes dejando rocío a su paso y echando semillas quien sabe donde; y se martirizaba en el porque de Carolina, sabía muy bien que ya no existía la más mínima posibilidad de dejar su semilla en esa tierra. Volvió al trabajo y se fijo como meta las seis de la tarde, necesitaba volver a ver a Carolina y cuidarla, protegerla; ya contaba con una buena cantidad de dinero reunida y sólo faltaban veinte minutos para las seis cuando entre la intersección de Piérola y Coronel Pacheco, una forma oscura extendió el brazo, no lo vio bien , no supo si era alto, bajo, joven, viejo; solo pudo atisbar por el retrovisor unos lentes oscuros que lo miraban fijamente.
-A la calle Embajadores de América en Alto Asunción tan rápido como pueda. -Pero es lejos y le va a salir bien caro-Respondió Raúl pensando que ya eran casi las seis. -No Importa- el sujeto le extendió un billete que duplicaba la tarifa asignada- pero necesito estar ahí a las seis en punto.
Llegaron faltando cinco minutos el hombre de negro se bajo le dio las gracias y le dijo-Amigo veo el vacío y la pesadez en sus ojos, será mejor que me acompañe. Raúl no entendió el por que, pero cerró su auto y siguió al sujeto por un pasadizo que conducía a una puerta metálica, el piso era de tierra, entraron y al fondo una luz rojiza emergía de una habitación; en la estancia, la cual era enorme, se encontraban como entre ochenta y noventa personas arrodilladas formando un círculo y en el centro estaba parado un enano de cabeza rapada vestido de blanco; la figura de negro se volvió hacia él y le dijo- Siéntate, él te ayudara, solo escúchalo con detenimiento.
De pronto el enano empezó a hablar, el monólogo duro más de media hora, su voz era bastante ronca , demasiado profunda para su estatura; el tono gutural captó la atención de Raúl, pero este no lograba entender nada ya que sus ojos miraban impacientemente el reloj y la ansiedad invadía su cuerpo mientras solo pensaba en Carolina; en ese momento todos los presentes voltearon hacía la entrada, Raúl lo hizo también pero solo por instinto; un zambo de casi dos metros de estatura apareció por el portón, traía un perro fuertemente sujetado por una correa, todos se hicieron a un lado y se agacharon respetuosamente; el zambo y el perro avanzaron en dirección hacia el enano como dos seres totémicos y una vez que llegaron al centro del círculo este se volvió a cerrar y todos se arrodillaron nuevamente , el enano se irguió en su máxima expresión y dijo:
-Estimados presentes, esta será una muestra más de todo lo que les hable; como verán yo soy pequeño, pero esta es solo mi envoltura, Reno es grande- dijo esto mientras señalaba al negro- pero no es más que una vana ilusión y nuestro guía- en eso miró al perro- Tritón, parece fuerte, y salvaje pero no es más que toda la inspiración de dios resumida en esa envoltura; ahora pasemos uno por uno como buenos fieles servidores de la gracia divina y acariciémosle el lomo en señal de gratitud y buena disposición, que la fortuna nos bendecirá- al dejar de hablar cada uno de los presentes se puso de pie y pasaron ha hacer lo pactado. Raúl , no soportaba más se quería ir, sabía que Carolina estaba más sola que nunca , no la veía prácticamente en todo el día, ya eran las ocho de la noche pero él se dejaba llevar por el gentío y la calidad de tan extraña reunión; sin percatarse que él estaba parado en la fila que se acercaba a la bestia y solo faltaban dos personas para el extraño ritual, en ese instante se dio cuenta que todos los fieles se acercaban al animal con cierto recelo, se notaba un aire compungido en sus rostros, algo de miedo implícito y la bestia por el contrario parecía sonreír plena y apoteósica; hasta que le tocó el turno, él era el próximo; se acercó con seguridad y firmeza , pero apenas su mano hizo contacto con el escaso pelaje del animal, este lanzó un grito de furia mezclada con una expresión de mucha rabia y desesperación; entonces el enano se volteó de una forma grosera y le hizo un gesto con las manos que Raúl no logró entender con claridad, mientras su voz estruendosa dijo:- ¡Retírate, tú ya estás manchado!.
Raúl sintió como todos los ojos de la multitud lo escrutaban y lo desvestían, también pensó que lo pretendían, que lo querían someter a sus más bajos instintos, y menearle el trasero, mismos sodomitas hambrientos, todo por esta falta de cordialidad que mostró el ser supremo hacía su persona ; creyó ser una víctima y se echó a correr insultando a todos y haciendo gestos obscenos con la boca y las manos; sacó las llaves del auto y dejó esas calles tan rápido como pudo; se dirigió presuroso a casa solo quería ver a Carolina; apenas dejó el taxi alquilado en la playa de estacionamiento se dirigió con una premura casi infantil a su departamento, fue tanta la desesperación que llegó a confundir la llave con otro objeto de similar envergadura y en ese trajín sus ojos se nublaron, ya que pensó lo peor; se repuso de ese arrebato temporal y finalmente penetró en su pequeño departamento; el olor que emanaba del mismo era un mezcla de heces con algún tipo de ácido corrosivo; a tientas dio con la caja de fósforos y encendió el candil; observó un panorama más que desagradable, en el piso de la sala yacía su mujer acostada desnuda boca abajo, una línea fecal dibujaba de una forma grotesca el trayecto registrado, como ella se había arrastrado desde la cama de la habitación hacia esa otra estancia, inundando todo a su paso; en eso se percató de que uno de los vidrios de la ventana que daba a la escalera de incendios estaba roto, parecía que algo realmente grande lo había atravesado, no le interesó pensar que cosa pudo causar ese agujero. Intento levantar a su mujer pero no pudo, hacía años que no podía hacerlo pero la memoria le jugó este sucio truco; así que solo le quedó arrastrarla palmo a palmo como a un fardo pútrido de desechos, todo esto mientras la estridencia estomacal conformaba una cacofonía casi insoportable; al llegar a la cama pudo ver como todo estaba revuelto, las cosas tiradas y la ropa rasgada, supuso que su pobre mujer al sentirse tan sola fue afectada por una crisis de nervios temporal que la llevó a causar tanto destrozo; la acostó, no sin antes darle sus medicinas; abrió el cajón de la mesa de noche buscándolas, pero se encontró con que los tres frascos estaban vacíos; Raúl meditó en como pudo olvidarlo, era algo bastante importante, era la vida de su amada la que corría riesgo; ¿en que estaría pensando? O acaso Carolina se había vaciado los frascos por si misma, esto último le resulto descabellado; dejó las conjeturas de lado y se dispuso a salir, encontraría alguna farmacia abierta y todo volvería a la normalidad; besó a Carolina en la frente y al abrir la puerta principal sintió una angustia indescriptible, tuvo miedo, caminó por el oscuro pasillo lentamente hasta el departamento de al lado, pensó en llamar a su vecina y pedirle de la mejor manera que cuide durante unos minutos a su amada esposa, pero notó que la puerta estaba entreabierta, sin temor a importunar entró al departamento de la chica trigueña mientras fantaseaba con sus caderas y todo se volvió confuso a su alrededor, sintió un olor a rancio, la frescura que salía o que el imaginaba del departamento de su vecina se había perdido, al entrar vio que faltaban las puertas, todo era sórdido las paredes no tenían estuque eran sucias también habían señales de hollín y vio que unos dibujos al estilo graffiti con toda clase de colores decían palabras obscenas como “Mámame el Relleno”, “Tu Chancho me Pertenece” y mas cosas de índole sexual, también se repetían por todos lados ciertas frases extrañas que atemorizaron a Raúl “La Renga Estuvo Aquí “ ,otra decía “Pirulo es el Rey”, y la mas repetitiva era “Piensa en mi como en un Dios”, todo era ya tan confuso que Raúl solo pudo reparar en Carolina, que podía haber pasado donde se encontraba, corrió a su departamento y sucedía lo mismo no habían cosas ni puertas ni adornos ni estuque , solo la descomposición imperaba, entonces entró a su habitación y solo pudo distinguir una carne putrefacta en una cama inmunda, se sentó al lado de Carolina y le dijo con voz apacible y mucha ternura disculpa amor mío pero la farmacia estaba cerrada, duérmete mañana es un nuevo día y nada te faltará.
La construcción del complejo de viviendas “Nuevo Amanecer” se había paralizado hace muchos años en parte por malversación de fondos y también por deficiencias estructurales.



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