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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2005-02-24 | |
Aproximaciones a una lectura: “Memoria de mis putas tristes”.
La última novela, en realidad “novela breve”, de Gabo, está siendo un éxito de venta, y no tengo duda que lo seguirá siendo. Ello no es garantía como sabemos de "buena o necesaria" calidad literaria, sí de marketing adecuado y resultado en las ventas. Pero en esta “novela breve” está el Gabriel García Márquez de toda la vida, está la calidad narrativa, descriptiva, ese mundo tan particular al cual Gabo nos ha acostumbrado. En un lugar "indefinido" pero común a muchos países latinoamericanos del S.XIX y la primera mitad o un poco más del siglo XX, se ubica el personaje central y protagonista de la novela. El lenguaje que emplea el autor nos transporta a esa época, los valores, el contexto literario nos ubican en una América Latina real-irreal, por lo universal, digo, de la geografía del lugar donde trascurren y se desarrollan los personajes de la historia. Creo que es una buena novela, que introduce, breves intertextualidades, autores y diccionarios, en fin es la memoria de un periodista, en una ciudad de América Latina, no muy grande. Ahora bien, esa novela tiene, en mi opinión, grandes aciertos, las imágenes estupendas al estilo Márquez, los aportes típicos de su prosa, la relación con Delgadina, ese amor sórdido y puro a la vez, la dignidad de la vejez y la ruptura de las reglas por la irrupción de la emoción y de los sentimientos. No importa que llegue a los 90, a los 80,o la los 60, o menos, lo importante es que llegó, y allí está el acierto, o uno de ellos de esta apuesta de G. G. Márquez. El recorrido por una vida, que tantos y tantos hombres habrán tenido en esta América, en la profunda y patriarcal, en la América del trópico o próxima a él. Donde los indígenas son parte y arte de todo un estilo, aunque sigan ignorados y dominados, como lo es la mujer que acompañó y estaba enamorada del personaje de 90 años, y durante 20 años o más se lo calló sin un solo reproche, y por sí eso fuera poco, como un ejemplo de fidelidad, mantuvo su virginidad. Entrega, sumisión y también un sordo rencor, así lo demuestran las propias palabras de esta mujer. Reflexiones sobre la vida, sobre el tiempo y sobre el sentimiento, la emoción incomparable que resulta del verdadero amor, o del amor a secas. Construido con paciencia e ignorancia, ya que no era posible "verlo" antes, le llevó, nada menos y nada más que 90 años acceder a su magia. Sobrevuela el ambiente opresivo y típico de los partidos conservadores y patriarcales que han existido y aún existen a lo largo y ancho de América Latina, pero no es para nada el tema del libro, diría que es simplemente un toque, de atención y punto, de complicidad con el lector y los actores de una vida más que rutinaria, hasta la aceptación de esa situación por parte del protagonista y de los demás actores, muchas veces liberados, o acartonados, o con apellidos ilustres como el hijo y dueño, de una estirpe y del diario en el cual trabaja este periodista tan especial. Ese hombre que expresa, más o menos, no es textual, que el sexo se busca porque el amor ha sido insuficiente, él que ha tenido continuos encuentros con "prostitutas" y en eso, se basó parte de su vida, la bohemia y la despreocupación, "por el otro". Eso es el efecto de una sola cosa: el amor, y para ello no hay edad, ni regla ni forma, ni manera establecida, surge, crece y se siente o no. Así es que alguien, que un hombre, un ser humano, que estuvo casi toda su vida sin afectos, va descubriendo los mismos con mayor profundidad, la dueña del prostíbulo y amiga, su cumpleaños, el gato y por supuesto el amor de esa niña-adolescente que es el motor de la salvación, ya no del cuerpo sino del alma. Exigirle a uno de los ganadores del nobel de literatura, que escriba casi siempre "Cien años de Soledad" sería absurdo y contradictorio, y además en esta novela, que quizás pueda sostenerse, y con razón, que no es, porque no lo es, además de lo obvio, "El amor en los tiempos del cólera" ni el "Otoño del Patriarca", o sea la densidad y profundidad de los personajes, de la historia, de los tiempos narrativos, no son ni quieren ser los mismos en este intento de "recuperarse" aunque se esté al borde de la muerte, y lo mejor, que uno no se muere, en la novela, claro. © Rada, Montevideo, 15/11/04, Uruguay. Saludos y abrazos. |
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