« Et fugit ad salices ( inquit) et se cupit ante Viteri »

Virgilio, Eglogas 3,65.


EPISTOLARIO (1)

Queridísimo mío!

Contestaré a tu carta del día 16 de Octubre, veo con agrado los cambios positivos que has dado en tu vida.

Para empezar, noto una felicidad propia de las almas grandes y ello me anima a seguir de cerca tu evolución espiritual; no creas que he pasado por alto los temores y las constantes luchas cuando vivías conmigo, sé que has despertado a la persecución y has sabido combatirla con total entereza, no esperaba menos de ti y me siento orgullosa.

Leí claramente la petición que me haces sobre volver a Burgos y creo que en cuanto a mi respecta no es bueno que lo hagas, ya llevas tiempo alejado de ese vinculo y quizás te traiga problemas, mas sin embargo puedes pedir opinión a nuestro gran amigo en común Vicente, él está allí en Cádiz por estos días y sabrá orientarte; las fotos que me enviaste han surgido polémica aquí en casa y me he visto en la obligación de guardarlas con cerrojo, ( no quiero destruir nada tuyo de ahora en adelante) , ya tuve suficientes renuncias y vi. rodar por el despeñadero de la Virgen de las lajas una a una las lágrimas de pena por tu ausencia.

Me he preguntado sobre todo qué nuevos caminos me quedaban abiertos para el futuro, cómo podría presentarme si cada quien me señalaba con el dedo y para sorpresa mía me di cuenta de que sólo tú importas, así que acá estoy con la misma sonrisa de ayer y con la esperanza de ver un día brillar el sol desde tu ventana…

Guarda mi cariño y atesora mis besos.